31 diciembre, 2008
De estreno
25 diciembre, 2008
El cumpleaños de Jesús
Pienso en la navidad y en Jesús, y en los nazis que lo crucificaron y pienso que ese gordo de camisa rosa que entró a brindar a mi casa, que llegó en una 4x4 más grande que la que trajo el año pasado (cada año una camioneta más grande) y me doy cuenta que hijos de re mil puta como esos no dudarían un segundo en crucificarte por una rueda de auxilio o por un cenicero extra para su puto auto. Por un poco mas de mierdita en su vida. Y vos que tenés que brindar con él. Eso es lo mierda de las fiestas. Por suerte también hay buena gente.
"Es un Jesús perdido. Lleva meses vagando por el desierto, solo. En el momento que retraté aquí encuentra unos pastizales. ¡Pastos verdes en el desierto! ¡Es casi un oasis!
Y a modo de bonus track: unas palabras sobre la navidad:
“- …y los animales que acompañan, que te aceptan, eres uno más de ellos. Y afuera el mundo. Hostil. Terriblemente hostil. Piensa que esa criatura que acaba de nacer será crucificada. ¡Crucificada! Lo clavarán a unas maderas y lo dejarán morir. ¡A ese niño!
Y entonces ¿qué es la Navidad? ¿La coca-cola? ¿Santa Claus? ¿Comprarte un teléfono celular? ¡Mis Cojones! Eso no es la navidad.La navidad es nacer para ser carne de la fatalidad, del destino inexorable y trágico pero aun así milagroso. ¡Terrible y conmovedor!
Que no me vengan con mierdillas después."
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Fragmentos de "Lo Horrible y lo Bello. Conversaciones con Hank Saberta", ediciones del Roto. Barcelona. 1986.
23 diciembre, 2008
22 diciembre, 2008
No lo soñé
21 diciembre, 2008
Marxismo adolescente
17 diciembre, 2008
La imaginación al poder
De la muestra particpa mi hermanita Paloma con dos obras, los peces de arriba y esta:
La pantalla en blanco
Ayer estuvimos en una muestra de obras que no existen. El museo de Bellas Artes luce todas sus paredes en un perfecto blanco. Y adentro se escuchan voces. La muestra llamada "Las ruinas de Bahía Blanca" se compone de una serie de charlas sobre las distintas formas del arte relacionadas con la tecnología. Ayer era el turno de hablar de periodismo, literatura y tecnología. Mi idea fue plantear que internet no es simplemente una revolucionaria forma de comunicación, la "reinvención" de la imprenta, la democratización de la literatura. No, a mi forma de ver, para la literatura, se parece más a la invención del papel. La pantalla es un nuevo soporte de escritura, para el que hay que pensar nuevos modos literarios. Así como forma/contenido conforman una unidad que se retroalimenta, de la misma manera, el soporte material hace al texto. En eso, la literatura, que todavía se aferra a su lugarcito en el mercado editorial, va atrás del periodismo que ya hace un tiempo está buscando nuevas formas de contar. Pero yo no hablé de eso, sentado a mi lado estaba Abel La-voz-de-la-experiencia Escudero, que se siente como pez en el agua cuando de periodismo se trata.
Ante nuevas formas sociales de producción, se requieren nuevas formas literarias. Desde esta idea materialista, el proyecto de Libertella puede leerse como un punto de partida "la promesa de un arte futuro". La desintegración del texto como referencialidad en la página en blanco, para empezar a pensar qué decir en la pantalla en blanco.
15 diciembre, 2008
El Ruiseñor canta hasta morir
14 diciembre, 2008
Las manos de todos los negros arriba
Tremendo. Estuve en el segundo y útimo recital de Los Cadillacs en River y lo que más me sorprendió no tuvo nada que ver con el ska, el reggae o los ritmos fabulosos. Me mató lo de Pablo Lescano. El tipo subió para hacer la versión cumbiamba de Padre Nuestro y la gente explotó.
A ver, imagínense una bailanta con toda su fauna enardecida por el alcohol y el paco. Así se puso el Monumental cuando subió Lescano y tiró un par de acordes del tema Laura ("siempre cuando bailas a tí se te ve la tanga").
Y después la mayoría dice que escuchan cumbia sólo para bailar. Pero porque no se va a la concha de su hermana.
Lescano es un gran músico. Para colmo, dejó casi todos los vicios. Ahora sólo fuma Phillips Morris y no toma ni cerveza.
Ya me pasaron el número así que en cualquier momento se viene una nota a calzón quitado con el "Príncipe de la Cumbia". Va, mejor dicho, a tanga quitada.
13 diciembre, 2008
I'm not the only one
Violame
violame, amigo
violame, violame otra vez
Yo no soy el único
Odiame
hacelo una y otra vez
tirame, violame amigo
Yo no soy el único
Yo no soy el único
Yo no soy el único
"El primer título que se barajó para In Utero fue Me odio y quiero morir. Ahí están los primeros acordes de Rape Me, una canción hermosa, que parece celebratoria, pero que enseguida se convierte -a través de la letra- en un anticlimax.
Robert Lowell decía que si existiera un botón en uno de nuestros brazos y que con sólo tocarlo nos pudiéramos matar cuando se nos diera la gana, tarde o temprano todo el mundo se suicidaría"
Fabián Casas, Ensayos Bonsai
12 diciembre, 2008
Educandos
11 diciembre, 2008
Viernes de BOX
Arrivederci!
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*Tambien autoapodado irónicamente "El Trolo" Alvarez.
10 diciembre, 2008
09 diciembre, 2008
07 diciembre, 2008
Yo tengo fe
No hay nada más decepcionante que conocer a alguien que admirás. Darte cuenta de que esa persona en la que depositás tus deseos, es un simple mortal. Rímini y Sofía, los protagonistas de la novela El Pasado de Alan Pauls, de alguna manera cumplen esa función. Son un mito. La personificación del amor verdadero. La prueba de que es posible encontrar la otra mitad. Son novios desde la adolescencia, crecieron juntos, viven juntos y se insertaron en la sociedad como una unidad, no hay forma de pensarlos separados. Son una religión, pueden dar fe a cualquiera que descrea del amor.
Pero un día, después de doce años, deciden separarse. Volver a ser personas normales. Dejar de ser ídolos. Esa decisión hace que el mundo a su alrededor cambie. Que la fe se convierta en desamparo. Que el amor sea una tortura. Que el pasado sea un ancla encallada en el medio del mar, o simplemente unas fotos olvidadas.
Ahí empieza la novela. Buena suerte.
06 diciembre, 2008
Que se muera Oasis...
05 diciembre, 2008
Soy un misionero de los Estaros Uniros
04 diciembre, 2008
No va más
Sus hijos llegaron al mundo casi de la mano. Primero lo hizo Federico (por Insúa, ex jugador de Independiente), luego Joaquín (por Sabina, cantautor español).
Vivía, además, junto a su esposa, padre, madre y abuela en la hipotecada casa de Sixto Laspiur al 1400, donde todos los domingos era casi un ritual sentarse a almorzar en familia. El fútbol y el Gran Hermano eran los temas preferidos de conversación. Es que jamás expresaban las preocupaciones que los carcomían por dentro. Maquillaban la realidad comentando los fríos e insensibles resultados deportivos.
Durante los días helados del invierno no era raro que les cortaran el gas por falta de pago. Para salir del paso compraban una garrafa en la que cocinaban, calentaban el agua para el mate y se bañaban.
"Olor no vamos a echar", solía bromear emponchado hasta el cuello en el living de su casa.
Rara situación la de Diego a quien nunca le faltaba el dinero, pero un impulso más fuerte que su voluntad lo llevaba siempre a gastarlo en el mismo lugar, muy lejos de su familia.
"Me trajo y me sigue generando muchos problemas, pero no puedo evitarlo. Cuando me voy me arrepiento por haber entrado, pero al día siguiente, cuando me despierto, siento unas ganas increíbles de volver", sostiene mientras apoya sus codos sobre el marco de una de las ruletas.
Su cara demostraba resignación. Al reloj le faltaban minutos para marcar las seis de la madrugada. Su mujer, muy probablemente, lo esperaría despierta con el mismo reproche de siempre: "Decime que no fuiste al Bingo...". Ya estaba acostumbrado.
Después de un par de tropezones, la bola cayó en la zona del cero, esa que él siempre prefirió y que está integrada entre otros por las parejas 2 y 3, 4 y 7, 12 y 15, 18 y 21 y 32 y 35.
Ganó lo que nunca antes y festejó comiendo unas empanadas y tomando una cerveza al pie de la ruleta. Tenía un hambre salvaje que no pudo mitigar antes por haberse equivocado en la mayoría de las predicciones numéricas.
"Cuando sale un número que está cerca del cero en la ruleta, es raro que cambie hacia la del doble cero", afirmaba sin pestañar con una seguridad temerosa.
"Si sale el 19, es muy probable que después salga el 10. Porque si sumás el 1 y el 9...", continuaba.
"Está tirando en la segunda docena, seguro que ahora vuelve a la primera porque hace mucho que no sale", se auto convencía.
Con la panza llena siguió apostando según sus recetas. Ninguna le funcionó, como ocurría casi a diario. Una vez más, la fortuna volvió a dejarlo de lado.
La vergüenza lo invade. Sale del bingo amargado, maldiciendo su suerte y sin plata ni siquiera para tomarse un remís y así atravesar rápidamente las más de 40 cuadras que lo separan de su casa.
03 diciembre, 2008
El cementerio de los zapatos
Misteriosa Bahía Blanca II
La persiana de chapa marrón estaba medio baja por el sol de la mañana. La puerta abierta. Después de más de diez años, volvía a entrar a una zapatería. Estaba en la calle más angosta de la ciudad, una cortada del barrio universitario. La única que encontré, y que no pude nunca volver a encontrar.
La puerta estaba abierta y entré. Olor a pegamento y a cuero. El zapatero, me daba la espalda, hablaba por teléfono. Busqué en los estantes hasta que encontré mis botines de fútbol 5. “¡En el Barrioparque!”, gritó el zapatero. Me sobresaltó, seguía con el teléfono en la mano.
- ¿Cuándo?
- (del otro lado una voz ronca se escuchaba con más intensidad)
- No puedo, más tiempo, necesito…
Miró el teléfono. Se levantó, se puso una gorra con el nombre de la zapatería y se fue. Yo seguía ahí parado, no me vio (o no le importó). Salí y ya no estaba. Me llevé los botines.
Al otro día volví a pagarle y la zapatería ya no estaba. La cortina de chapa era de madera. La puerta estaba cerrada y no tenía ventanas. Toqué el timbre y una voz de mujer me preguntó quién era.
- Estoy buscando al señor de la zapatería.
- No, acá no hay ninguna zapatería, te habrán dado mal la dirección -me contestó.
Tiempo después, descubriría que el "Barrioparque" era el cementerio de los zapatos.
(Foto: Jimmy Chaban)
02 diciembre, 2008
La comedia humana
- Sos un romántico asqueroso.
- Como Balzac!
- Balzac es realista no romántico.
- Realista realista es Flaubert, Blazac está en la transición.
- ¡No!, Balzac es realista, el problema es ponerle etiquetas a la literatura.
- Pero pará, cuando el primo se va de viaje y ella lo espera, las descripciones que hace, loco, yo me enamoro del primo...
- Le puede quedar algún resabio romántico, pero es realista.
- Salí de la caverna (repetidas veces)
- ... el primo está en cualquiera y ella lo espera, yo lo leí, lo estudié, si eso no es romántico.
- Avísenme la próxima que no vengo.
- No podés decir que Balzac es romántico, no podés.
- El lunes, el lunes te llevo el texto y te doy una clase.
- (...)
- A ver... ¿Quién hizo un culo alguna vez?
01 diciembre, 2008
De González Catán, en colectivo
Su familia quedó en González Catán (localidad del partido bonaerense de La Matanza), con sentimientos encontrados tras la partida: ilusión y una profunda tristeza.
Aquí su vida cambió por completo. Consiguió trabajo, alquiló una pieza con baño privado en una pensión de la calle Brown y pudo comprarse un par de mudas de ropa.
Allá aún no pueden creer su progreso.
“Me tuve que ir porque me querían bajar”, explicaba Dani, como le dice su madre, una adepta al Evangelismo.
Es el mayor entre ocho hermanos. Su padre, el pastor de la iglesia, falleció cuando él tenía 12 años. Actualmente cuenta 24, la mayoría agitados a partir del trágico desenlace.
“Fue cuando conocí la droga y me despeloté”, continuaba mientras llenaba la ronda de vasos con cerveza en la vereda de un pub ubicado en Salta y Urquiza. Gotas que caían de manera intermitente le humedecían el cabello.
Lucía orgulloso por haber reencausado su vida. Costaba creerle, pero no tenía sentido pensar lo contrario. Después de todo prefirió sentarse en una mesa de un boliche de clase media-alta, beber un poco y contar sus complicadas experiencias antes que fumar o aspirar algo.
Lo que más le dolía era la consciencia. Su familia sufría y él era el culpable.
La odisea comenzaba el viernes por la tarde planeando un robo y concluía el domingo con su madre llorando.
“Cuando estábamos con un par de `pintas’ (amistades) fumábamos marihuana. Para no dormirnos tomábamos merca”, aseguraba sin pestañar.
Los 200 pesos de promedio que conseguía cada 7 días no tenían otro destino que el asado y las drogas.
La modalidad para los comercios era siempre la misma. En primer lugar había que salir a “caretearla” (vigilar pacientemente los movimientos durante una semana). Si al cabo de ese período existía algún momento en el que el negocio se encontraba “regalado” (sin vigilancia ni policías en las inmediaciones) no había más que buscar el “fierro”, cargarlo y drogarse a la hora exacta.
“No nos importaba nada”, explicaba ante el silencio de sus amigos.
También se encargaba de llevar taxis a un desarmadero. Se subían con una “pinta” femenina que simulaba estar embarazada. Varias cuadras más adelante Dani sacaba el arma y se la apoyaba al chofer en la cabeza.
“¡Quedate quieto y hacé lo que te digo `vieja’! ¡Pará...!, doblá acá y bajate o te limpio”, recordaba.
Las mejillas se le pusieron un tanto coloradas. El alcohol le había dado la posibilidad de desahogarse. Siguió adelante con su historia repitiendo insistentemente que hace un año que no le dieron más ganas de convertirse en aquel sujeto que protagonizaba su relato.
“No maté nunca a nadie porque Dios no quiso. Gracias a él pude reencausar mi vida”, suspiró.
La aventura que duró más de 10 años concluyó una madrugada cuando su madre, cansada de sufrir, consiguió hacerle entender que no había sido criado para ser un ladrón.
“Esas palabras me mataron”, recordó.
Para colmo, unos días antes había realizado un trabajo junto a los hermanos Mario y Sandro, vecinos, quienes no quisieron darle su porción de la torta.
Entonces, una noche en las que el humo de la marihuana y una helada aspiración blanca le atraparon el pensamiento fue a buscarlos con mucha ira.
"A las piñas no muere nadie, estaba convencido, por eso fui a darles", decía.
Fue cuando se la juraron. No se lo dijeron explícitamente, pero en las esquinas de González Catán se respiraba la sensación de que la venganza llegaría.
La madrugada comenzó a darle paso al amanecer. Las gotas caían cada vez con menos intensidad. Dani aseguró que se fue del barrio por amor a su familia.
Las negras nubes del invierno le dieron paso unos finos rayos de sol que comenzaron a calentar lentamente la humedad de sus ojos. En el fondo del pub “Lule” terminaba de cantar las estrofas del tema Dieguitos y Mafaldas, de Joaquín Sabina. La tormenta concluyó. El domingo bahiense se despertó anticipando la primavera. El lunes, Dani volvió al trabajo con una sonrisa.