23 enero, 2010

Los bañeros salvajes


Entre las dos escolleras, en una playa del norte Mar del Plata, se genera una corriente que arrastra para adentro a los nadadores más valientes. Los bañeros trabajan poco. Una o dos veces por día tienen que nadar, pasar la primera rompiente,
alcanzar al que se lleva el mar, mantenerlo a flote y esperar a que llegue el otro bañero con la soga. Después trabaja la gente: todos quieren ayudar, se arma la fila y tiran de la soga para traer al trío subacuático de nuevo a la superficie.

Entre avergonzado y nervioso el rescatado (casi siempre varón) intenta no quedar en medio de la gente y se va por un costado. Los bañeros si ocupan el centro de escena, la gente aplaude.

-¿No hay ninguna chica que se quiera ahogar? -dice el más tostado de los bañeros.



En una reposera, con los pies en la arena, con un viento sur leve pero constante, me introduje durante un par de días en Las teorías salvajes de Pola Oloixarac.
Hay varias formas de leer este libro: Daniel Link, en la contratapa, propone leerlo como una comedia isabelina; para Beatriz Sarlo es un panegírico del mundo universitario, que se puede leer a través de sus links -referencias culturales- como una novela de aprendizaje; para la revista Planta es un desparpajo derechista que no sirve para nada y los autores
de la crítica -Damián Selci y Nicolás Vilela- piden una retractación pública de la autora; para la Rolling Stone es una novela sobresaliente de autoconciencia generacional... y así podemos seguir recolectando reseñas y lecturas de todo tipo.

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Mientras se ahogaba un gordito en el mar, LTS me pareció una novela distinta, que me atrapó desde la preocupación por lenguaje, desde la ironía extrema y el pensamiento crítico. Pienso que no es tan interesante el submundo académico que retrata, es más bien secundario, respecto de la revisión del pensamiento y el discurso setentista. Revisión cítica, en cuanto pensamiento que simplifica la realidad proponiendo héroes y malvados, sin poder dar cuenta de los procesos históricos que continuaron y modifican el presente. "Tener una izquierda triunfal en el ámbito cultural tiene consecuencias peores que simplemente malas películas", dice uno de los adolescentes nerd que entreveran en experimentaciones sexuales y aventuras informáticas.

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Voy a reparar en una escena que concentra algo de todo esto.

En uno de sus experimentos para lograr el enriquecimiento de las teorías
sobre el gen salvaje que permanece en el inconsciente humano, la narradora emprende la conquista de Collazo, un intelectual de izquierda que fue montonero y ahora vive cerca de avenida Libertador.
En uno de sus paseos, sufren un robo y la narradora interpela a los ladrones con un discurso moralista sobre las luchas sociales. Dice algo así como: "esa persona a la que agreden hizo mucho por ustedes, defendió el sueño de la patria socialista".
-¿Sos político vos? ¿Eh, eh? -responden los ladrones y le empiezan dar una paliza acusándolo de "Chorro hijo de puta".

Entonces, la narrodara sale nuevamente en su defensa y dice: "¡No, no! ¡No es un político! ¡Es sólo un intelectual de izquierda!". Lo que provoca más golpes.

¿Oloixarac critica la izquierda parándose en una postura conservadora de derecha como plantea la revista Planta? No lo creo, me parece una simplificación extrema postular eso. Lo que se plantea en la novela es una visión crítica de los estereotipos estancados en la intelectualidad
bienpensante, que dan como resultado malas películas y no sirven para explicar por qué los políticos de la democracia son considerados "chorros hijos de puta" por la gente.



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Hasta acá mi lectura playera.
Las teorías salvajes permite muchas otras entradas para seguir pensándola. Pero las páginas se me llenan de arena. Los bañeros salen del agua una vez más: el ahogado renguea, como acalambrado; la mayoría de la gente piensa que simula por vergüenza. Acá, los bañeros son los héroes: son simpáticos y amables con los chicos, el pueblo los aplaude.

-¿No hay ninguna chica que se quiera ahogar? -repite el más tostado de los bañeros.

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