29 noviembre, 2007

SABOTEAME EL TESORO

Todo espacio habitado, intervenido, puede ser leído. En las ciudades antiguas las paredes eran un medio de comunicación, se usaban para dejar mensajes, vender cosas, hacer acusaciones. Hoy tenemos los diarios, la radio, la televisión, la telefonía, internet, y aún así algunas piedras nos siguen sirviendo de apoyo para la escritura, todavía se puede leer la ciudad.

El espacio público se piensa como un lugar de tránsito y de esparcimiento. Toda ciudad civilizada compartimenta sus actividades y le da a cada una un lugar. La actividad comercial se divide por rubros y las actividades humanas también. Así como la literatura tiene su lugar en librerías (o no tanto), bibliotecas, salones, etc. las artes plásticas se concentran en museos, centros culturales, salas de exposición.

Teniendo los medios de comunicación y los sectores determinados de ante mano ¿porqué seguimos interviniendo el espacio público? Una pintada de tribus urbanas, un mural mateísta, una intervención artística en la plaza o edificio público, una pintada política, un stencil, son todas manifestaciones que dan cuenta de la voluntad de convertir a esos lugares de tránsito en espacios vivos.

¡Vándalos, mal educados!

Desde los conservados en lava de Pompeya hasta los del metro de Nueva York realizados por ocasionales “writers” en los ‘60 hasta los emblemáticos del Mayo Francés, los graffitis han consolidado una forma de expresión alternativa y de copamiento de los espacios urbanos, por demás significativa.

El graffiti es ante todo un gesto si se quiere, político. Implica entre otras cosas poner en el espacio público lo públicamente vedado (lo escatológico, lo amoroso, las denuncias, las sentencias, las consignas, todo a consideración de la ciudad y de sus habitantes como lectores) y cuestionar (mediante el gesto de la violación) la propiedad privada. Todo esto repensando el soporte de la escritura y del escritor: de la hoja en blanco, esencial y apolínea, a la puerta del baño de un bar, la pared con lajas del vecino o la reja de una concesionaria de autos; y de la “pluma escribiente” al aerosol, una trincheta, un encendedor o incluso la uña. Una escritura que exige, necesariamente, poner el cuerpo. (Cuántas desenamoradas agarraron una lata de Albalatex marrón y plasmaron con furia “PABLO POR FIN LOS SEPARÉ BOLUDO”).

Si al caminante que ingresó a Pompeya lo trasladamos en el tiempo hasta aquí, lo mandaríamos a que se tome la 500 A en el centro y enfile para White. Acostumbrado ya a leer la ciudad no podría pasar por alto los barrios 26 de Septiembre y Vialidad. Entre los monoblocks se encontraría con las inscripciones de los Pibes del Pasillo como RATI PUTO o MORIR QUERIENDO SER LIBRE PASTILLA JR en recuerdo y homenaje a Jr. asesinado por la policía. Siguiendo unas cuadras vería el tremendo CUCHÁN POR EL CULO TE LA DAN.

De vuelta en Bahía, se quedaría pasmado con los mensajes moralistas del grafitero anónimo tales como SOMOS ESCLAVOS DE NUESTRA PROPIA APARIENCIA en peluquerías o gimnasios, o los del Comando Vegetariano de Salvación Animal que insta a la población a no comer carne con pintadas frente a las carnicerías céntricas SI A LA VIDA NO COMA CARNE. Y ni hablar de la Universidad y el famoso pedido del enardecido amante: SABOTEAME EL TESORO.


En fin. El graffiti más allá de los intentos por domesticarlo (las buenas conciencias como la de AIQBB que pintó de blanco las paredes de la Escuela 58), hacerlo una forma artística “cool” y congelarlo en una galería de arte siempre tendrá ese gesto visceral, provocativo. El que una y otra vez hará rezongar a quienes piensan que el estado natural de la ciudad (como nunca sucedió) es la pulcritud, la limpieza o sea la pérdida del habla (en definitiva la muerte).

La ciudad escrita

Por Emilio Zaina, para ría revuelta 14


Si un
día de verano un viajero … arribara a Pompeya en las horas previas al 24 de agosto del año 79, se encontraría, antes de transponer la muralla defensiva, con lápidas atestadas de epitafios. Los antiguos construían sus necrópolis en las puertas de las ciudades, a la vera del camino, para que los viajeros repitieran en voz alta unas fórmulas rituales y guardaran en la memoria los nombres de los difuntos: T(itus) Lollius … positus propter viam ut dicant / praeterientes / Lolli ave “Soy Tito Lolio … enterrado al lado del camino para que los viajeros digan, chau Lolio”. En las inscripciones sepulcrales el viajero se entera de cuántos años vivió el difunto, su filiación paterna, quién pagó el trazado del epitafio y recibe unos consejos que lo invitan a vivir intensamente (quién mejor que un muerto para hablarnos de esto): bibe, lude, veni “bebé, hacé el amor y después vení aquí”. Semejante advertencia le hace apresurar el paso, franquear la entrada y dirigirse a la ciudad palpitante, también cubierta de escritura. Las calles no tenían nombres ni las viviendas números, entonces se podía encontrar informaciones como esta: Marci Iuni insula sum “soy la casa de Marco Junio”; la ciudad estaba también cubierta de propaganda electoral y coloridos avisos de combates de gladiadores, el viajero bien podría dirigirse a uno de estos. Pero antes - hace calor en agosto- conviene ir a una taberna y pedir algún refresco para calmar la sed; en el fondo del vaso se puede leer: bibe, amice, de meo “bebé de mí, amigo” mientras que en la fíbula que anuda la túnica de la mujer que sirve hay unas letras que dicen: Quod vis, ego volo “lo que vos querés yo también lo quiero” y en la frente del esclavo que trajina entre los habitúes se advierte una palabra marcada a fuego: FVR “ ladrón”. Nuestro viajero decide ir al lupanar a mitigar los ardores y la soledad que los viajes siempre producen. Allí encuentra cientos de graffiti que narran las hazañas sexuales de los clientes y las ofertas de las prostitutas: Arphocras hic cum Drauca bene futuit denario “Arpocras hizo bien el amor aquí con Drauca por un denario”. Finalmente, entrada la noche, busca en donde dormir y alquila un angostísimo cuchitril en un hotel. Antes de irse, por la mañana, él mismo podría haber trazado con un instrumento punzante, sobre el estuco de la pared, su graffiti: Vibius Restitutus hic solus dormivit et Urbanam suam desiderabat “Vibio Restituto durmió aquí, solo, y no dejó de extrañar a su querida Urbana”, lo habría escrito al lado de otro que, tal vez, dejaron los huéspedes de la víspera: miximus in lecto, fateor, peccauimus, hospes. si dices quare: nulla matella fuit, “te orinamos el colchón, lo confieso, hotelero. ¿Preguntás por qué? Porque no nos pusiste un orinal”. La ciudad antigua es, literalmente, una ciudad escrita, al punto que los dealbatores periódicamente limpiaban las paredes para que pudieran ser garabateadas de nuevo. El 24 de agosto, a las diez de la mañana del 79, el Vesubio, después de años de permanecer dormido, explotó con violencia. Pompeya quedó sepultada bajo cuatro metros de lava y miles de pompeyanos murieron, pero la ciudad texto se conservó casi intacta.

Itinerario Libertella segunda parte

El mapa de Bahía cobra vida

Héctor Libertella comenzó su reconstrucción del imaginario de la Bahía Blanca de 1955 hablando del día de la fundación de la Universidad Nacional del Sur. Pero el recorrido sigue, le pone voz a lo que quedó en su memoria, 50 años después...

...estaba la loma, así llamo yo al cementerio, ese paredón blanco montado como corona de cal en la cabeza hueca de la ciudad, hasta allí se llegaba por el largo camino de piedra ¿existe todavía? Cuatro caballos negros llevaban los féretros, caballos muy embetunados que empujaban el carruaje, demasiado betún para la piel sensible de un niño de diez años. Como ocurre en la Recoleta de Buenos Aires, en una vereda el cementerio y en la otra la fiesta, los boliches. A la izquierda del cementerio estaba la otra loma, el fondo más alto del Palihue, con aquellas “Boites” nocturnas como Rancho X, brillando en la cima. Esto un poco más atrás de la gran antena del ojo en la ruta. Hoy la vi, un poco deteriorada pero está. Tal vez ya no sirva como antena, queda como un monumento.

***

En lo que hoy es una de las entradas de Galería Plaza, por calle San Martín en la primera cuadra, había un tremendo baldío. Allí se escondían unos animalitos cuatro metros bajo tierra, y uno los espiaba con un telescopio con una tremenda lupa.

***

En un circuito del Parque de Mayo, se desafiaron en aquel mismo año a una carrera utópica el “Loco Pela” y el “Loco Covelos”. Pela era un croto célebre de la ciudad, andaba mucho por alrededor de la plaza y comía monedas y objetos de metal delante de los chicos. Covelos era el dueño de una tintorería que estaba en calle Alsina, muy cerca de la gloriosa picería Pepito. La carrera duró uno o dos días, era Aquiles contra la tortuga: Pela corría a pie y Covelo a bordo de su auto negro, cuando Pela daba una vuelta Covelos ya había dado 30. Había gente alrededor, mucho público, parecía turismo de carretera...


El pequeño Héctor sigue dando vueltas por la ciudad, pero hay un lugar que su madre le tiene prohibido terminantemente, los alrededores del Mercado Municipal, un laberinto de cortadas, bares y grescas nocturnas, un auténtico hondo bajo fondo en pleno centro de la ciudad.

24 noviembre, 2007

Confirmación

Primero fue una sosopecha, después un rumor y hoy lo confirmó Breitenstein: sigue Weyland en cultura.

22 noviembre, 2007

Narradores y Blogs

Seguimos con el diario Perfil que publicó una muy interesante charla con los narradores Sergio Bizzio, Daniel Guebel y Alan Pauls. Les dejo una partecita en la que hablan de los blogs. Y también les dejo una recomendación: El Pasado, la novela que ganó el Premio Herralde de Alan Pauls es buenísima (más adelante por ahí comento algo más)



- Tienen una relación bastante distante con respecto a Internet como instancia de publicación y de escritura. A diferencia de otros escritores, no tienen blog. ¿Por qué?

PAULS: Yo creo que si tuviera blog no escribiría más literatura.

BIZZIO: Ocupa mucho tiempo, no tiene sentido. (Sergio) Chejfec tiene un blog y publica lo que está escribiendo, eso es distinto. No es un blog de intervención. Publica sus cosas, sus propios textos.

P: Eso no está mal.

GUEBEL: Yo intervine tres días en los blogs y me pareció un efecto de insignificancia y estupidez completa, que uno se puede pasar la vida pelotudeando ahí.

—¿Pero no sucede como con otras cosas, como con los libros, que los hay buenos y malos?

B: Sí, puede ser.

G: No conozco mucho.

P: Yo leo blogs geniales y también mucha basura, pero no desdeñaría el soporte. No veo por qué lo que escribo tiene que estar exponiéndose, a mí me gusta la mediatez de la literatura.

G: El tipo que genera un blog y que todos los días añade algo es como un periodista que trabaja gratis para su firma y se está encadenando a una periodicidad, por la idea de la intervención y de tener presencia en un circuito. Lo que no quiere decir que de golpe el efecto mismo de escritura no produzca buenas obras. Pero en términos de la regulación de la energía propia de gente de mediana edad, seguramente nosotros preferimos escribir nuestros textos y después decidir colgarlos o no en la Web.

—¿Ninguno colgaría sus novelas en Internet?

P: Yo creo que no.

B: ¿Las editoriales publican novelas que ya están en Internet?

—Sí, no es incompatible una cosa con otra.

G: Yo encontré el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo, de Sade, en Internet, lo leí y después encontré el libro y lo compré también.

P: ¿Por qué uno querría colgar una novela en Internet? Creo que en realidad la única razón es que querés devolución, pero a mí, la verdad, eso no me interesa. Prefiero que no se sepa de mí y que de repente se sepa cuando saco un libro, tener contacto ahí con dos personas. Pero me parece que el único sentido de hacer eso es la dinámica del intercambio, esa especie de utopía promiscua como del sexo seguro. Yo no soy sensible a eso.

19 noviembre, 2007

Analogías del periodismo cultural


Es medio largo pero está bueno:


PorMaximiliano Tomas

(Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 18 de noviembre de 2007).


En un proceso que tuvo lugar en los últimos veinte años, con la retracción del franquismo en España y la instauración de políticas neoliberales en buena parte de Sudamérica, centros editores como Buenos Aires se vieron desplazados por la metrópoli, retrotrayendo la industria del libro a una relación neocolonial. Los sellos locales fueron primero adquiridos por editoriales españolas que, luego, vendieron a conglomerados de medios estadounidenses, alemanes y norteamericanos. Así las cosas, las decisiones de fondo de los sellos que dominan la mayor parte del mercado se toman lejos de la Argentina –y si un autor argentino quisiera publicar su libro por el mismo sello en el que lo hizo aquí pero, por ejemplo, en Colombia, Perú o, más extraño aun, Uruguay, no hay manera de que lo haga sin ser editado, primero, por la casa matriz de España.

Pero el carácter radial de esta influencia no parece limitarse sólo a la industria editorial y, más seguido de lo esperable, derrama su influencia sobre el periodismo cultural. En el capítulo “La transmisión circular de la información” de su ensayo Sobre la televisión, Pierre Bourdieu afirma que los productos periodísticos “son mucho más homogéneos de lo que se cree”. El sociólogo francés dice ver, por debajo de las aparentes diferencias, “profundas similitudes, ligadas a una serie de mecanismos: el más importante de los cuales es la lógica de la competencia”. Bourdieu habla de la lógica interna de la producción periodística televisiva, pero el funcionamiento es trasladable a la prensa escrita: “Las restricciones de la competencia son muy fuertes, en la medida en que cada uno de los productores está llevado a hacer cosas que no haría si no existieran los otros”. Y agrega: “Esta suerte de juego de espejos que se reflejan produce un formidable efecto de clausura, de cerrazón mental”.

Tal vez por algo relacionado con todo esto los suplementos culturales de los diarios argentinos –la oferta más numerosa de Latinoamérica, tal vez mayor que la de la propia España– se sienten obligados a repetir tics de sus pares europeos en lugar de imponer su propia agenda. En este sentido, el suplemento Babelia, del diario El País –antes fundamental, y de un tiempo a esta parte en evidente proceso de decadencia–, vendría a ser uno de los principales faros de inspiración. Por tomar un solo ejemplo: quince días atrás Babelia publicó en tapa un cuento inédito de Julio Cortázar, acompañado de una serie de artículos que analizaban la obra y el legado del escritor. La edición on line reproducía estas notas, salvo el texto de ficción. Pero, de todas maneras, El País se imprime y se vende también en la Argentina, con lo que el lector interesado en Cortázar sólo debía ir hasta el kiosco de diarios para encontrarlo. Una semana después, la revista de cultura de mayor circulación de la Argentina repetía en su tapa, con leves variaciones, el mismo cuento y abordaje periodístico, y lo mismo hacía el suplemento cultural del diario más vendido de Chile.

Pero este extraño efecto de la globalización no habla sólo de la industria cultural. Muestra, sobre todo, la forma en que muchos piensan aún el periodismo: de modo analógico. ¿Qué sentido tendría sino reproducir artículos publicados apenas días antes en el mismo idioma, con Internet a disposición de la mayor parte del público lector especializado? Una vez más, de lo que se trata es de reflexionar acerca de los desafíos que plantea hoy el oficio, de intentar comprenderlos y capitalizar la potencialidad del desarrollo tecnológico de la información: porque el futuro, más temprano que tarde, será pasado.

15 noviembre, 2007

Contratapas

No se si serán lectores o sabrán de qué se trata la revista Barcelona. Pero suelen hacer contratapas de este estilo. El asunto es que desde hace un tiempo están haciendo exposiciones de las mismas en distintos lugares del país, y en la última que realizaron en la Universidad Nacional de San Luis, activistas de la Asociación Pro Vida se robaron estas tres.

Este el mensaje de los amigos de Barcelona para los ladrones

Barcelona se encomienda a Dios, la Virgen y el Espíritu Santo para que estas tres obras se encuentren pronto con sus hermanitas sobrevivientes.

Y, lejos de crear antagonismos, y en un claro gesto de reconciliación nacional, Barcelona les desea a los activistas de la Asociación Pro Vida que la Virgen los acompañe y el Señor los re coja.

12 noviembre, 2007

¿Y ahora?

Lo siguiente no es una información, ni un rumor, ni una versión, ni nada que se le parezca, es simplemente una sospecha.
Puede que a pesar de haber sido eligido como primer concejal en la lista del intentendente Breitenstein, Federico weyland siga al frente de cultura. ¿Porque?, parece raro que no haya ninguna definición, ni se hable nada del tema a menos de un mes de la proasunción. Entonces, la posibilidad es que al no quedar Weyland como presidente del concejo (cosa que se está discutiendo en disputa con los radicales), decidan no arriesgar mucho y dejar las cosas como estan. Tal vez no. Son sólo sospechas.

07 noviembre, 2007

Cazafantasmas

El 8 de octubre del 2006 murió Héctor Libertella. Bahiense de nacimiento, de infancia y de adolescencia. Porteño del Bajo en los 60, un vanguardista en los 70, un editor frenético en México, un año de escritor argentino en Nueva York, una temporada en la Universidad de Iowa, una tarde en Europa, en la ciudad de Brujas haciendo dedo al primer auto que pasara para cruzar de este a oeste la ciudad, cinco veces seguidas.

“Platón nos recuerda hoy que paradigma (Paraedigma) en el griego antiguo es “modelo arquitectónico”. El saber se traza por líneas de un espacio que hoy es así y mañana es asá, de modo que el sujeto está y no está y no hace pie en ese lugar porque es el mismo lugar el que no está ahí.”

Ese sujeto puede ser Libertella, o por lo menos el personaje, la ficción de sí mismo que construye en su autobiografía “La arquitectura del fantasma. Una autobiografía”. Pero también ese fantasma, ese proyecto platónico, es su obra, que escribió y rescribió, y volvió a escribir hasta el día de su muerte. Un año después, presentamos este especial en donde los caminos de lectura quedan librados al azar. Como leer haciéndole dedo a las palabras.


El Lector

Héctor Libertella fue un militante de la literatura. Sus preocupaciones teórico-estéticas lo hicieron llegar a la conclusión de que la única forma de hacer literatura era renunciar al mercado literario “Es decir: una literatura que, para sobrevivir a sí misma, necesitó hacerse un poco invisible o ilegible entre las líneas del mercado de aquel entonces”. Quizás por esta decisión es leído como un autor de culto, que sólo puede ser abordado por intelectuales o críticos. Sin embargo la imagen de lector que él construye está muy lejos de esto, yo diría en el otro extremo, “sueño con el lector ideal que es un mono con mi libro entre las manos, y pienso: ¡Claro!, primero la pose del lector y después la palabra, o primero el teatro y después, recién después la retórica”. A él le gustaría que sus libros los lean monos, o como le sucedió por única vez en su infancia, que sus compañeritos de escuela tomen su libro con temor y respeto, como si fuera el único libro en el mundo, “esa manera de leer sin la prótesis de la opinión o la doxa”.

El fantasma

Libertilla insistió, sobre todo en los últimos años en que la literatura tiene la consistencia de un fantasma. Este es un concepto desalentador para quienes le adjudican propiedades extraordinarias en el desarrollo social, político, económico, etc. pero también es una paradoja para el propio Libertella que vivió y murió inmerso en la creación de una obra. Dar la vida por un fantasma.

“En la formulación platónica, dice Libertella, la filosofía se ocupa de la construcción de paradigmas; etimológicamente, paradigma significa ‘modelo arquitectónico’. El saber, concluye entonces, se asienta en un espacio inestable, ‘de modo que el sujeto está y no está y no hace pie en un lugar porque es el mismo lugar el que no está ahí’. Ese fantasma que persigue la autobiografía y que atraviesa su práctica de la literatura.”

Osvaldo Aguirre, Página 12, Radar Libros.


Canción de cuna

Para dormirse, cuando era bebé, o ya de grande como un bebé de más de 60 años escuchaba una suave canción de cuna:

“No llegó el pasado

hasta Hoy

ni llegó

AUN TODAVÍA.”

La Autobiografía

Meses antes de morir Libertella dejó editada su autobiografía “La arquitectura del fantasma. Una Autobiografía” (Santiago Arcos editor, 2006). Lo primero que llama la atención es la aclaración que hace el título. No es una ficción acompañada por hechos reales, es una vida que ocurrió en forma de ficción, y así es relatada. No hay un orden cronológico, ni pretensiones de precisión biográfica, hay un yo que por momentos es un bebé que nunca nació, o un anciano en el cuerpo de un nene que juega en la playa, o un personaje simpático, un “colimba” que gana el premio literario Paidós, un bibliomaníaco, un post-hombre, un fantasma con el cuerpo astillado.


20 años de Hacer

Museo del Puerto de Ingeniero White

Se escuchan voces: de estibadores, pescadores, dragadores, fabricantes de redes, amas de casas, jardineros, cocineras, cantantes, vitroleras, ferroviarios, poetas; se siente en la cocina el sabor de los kurumbieres, el chocolate, las sfogliatellas, se ven objetos de trabajo y esparcimiento desgastados por el uso y el uso y el uso que dice: alguien estuvo aquí puso sus manos su cuerpo, resuenan cada vez nombres ciertos y conflictos concretos. Se entiende que la historia no esta muerta y que su puesta en valor esta definitivamente en el presente, en todo aquello que atraviesa la realidad en sus múltiples sentidos. Imposible quedar pasivo, imposible no ser empujado a preguntarse:

¿Que tendrá que ver la huelga del ’07 con la preparación de una torta y la desaparición de especies autóctonas, la playa y el enrarecimiento del aire?

El 26 de Septiembre pasado el Museo del Puerto cumplió 20 años, y la dificultad de hablar de su historia es proporcional a la multiplicidad de acciones que allí se desarrollan. Pero digamos que veinte años de trabajo tienen un punto de partida, al mismo tiempo el de llegada: la comunidad de Ingeniero White, güaite. Imposible pensar uno sin relación al otro: de allí que su compromiso este indefectiblemente vinculado a la compleja realidad del pueblo. Y este compromiso esta construido desde los comienzos: la iniciativa de un grupo de vecinos buscando un espacio donde resguardar parte de su historia es la que conduce a la constitución del Museo. Después claro vendrán los cambios, las necesarias transformaciones, la propia historia junto con la de la comunidad. Pero esa consideración de lo comunitario, es un programa básico que con su propio dinamismo ha ido persistiendo: el Museo es de los Vecinos.

¿Y cómo ese vinculo es llevado a la práctica? Un registro oral siempre en expansión con más de 700 cintas que se ocupa de voces de ninguna manera recuperadas por los relatos oficiales, talleres educativos que ponen en escena las dificultades presentes de trabajadores y que reformulan prácticas y modos de aprendizaje, una muestra permanente como síntesis de una historia que pone en valor lo que la Historia borra, una editorial con una constante producción de libros y folletos que expanden problemáticas por diversos ámbitos y lugares, la cocina como espacio donde conviven sabores, prácticas económicas y conflictos históricos, la incasable labor de la Asociación de Amigos del Museo, los nuevos proyectos que en este momento se desarrollan y la lista podría seguir mucho más aún.

Toda esta labor del Museo en su conjunto tiene un altísimo valor, en tanto Ingeniero White ahora producto radical de políticas neoliberales, se concibe menos como un pueblo, una comunidad, un espacio de personas, que como un futuro y despoblado polo industrial. El Museo es un espacio dinámico y resistente.

En fin. Se verá que casi traicionando la línea materialista del Museo del Puerto no he dado nombres. La lista sería inmensa y no cabría en esta página. Preferí mencionar acciones, trabajo, acaso la mejor manera de homenajearlo. Una síntesis de todo lo que allí día a día pasa, pero es imposible. Nada mejor que visitarlo, recorrerlo, sentirlo, pensarlo, discutirlo. Eso es lo que reclama el Museo: poner el cuerpo.

ITINERARIO URBANO

Esta nota salió en el rr13. Habla sobre mi abuelo, Tito, que cuando el domingo 28 de octubre fue a votar, .el presidente de mesa cuando vió su nombre le dijo "Yo leí de usted en el diario".


Wilson Prenassi nació en Bahía Blanca cuando en Europa terminaba la primera guerra mundial. Podría haber sido en Italia, en la provincia de Udine, donde habían nacido tres de sus hermanos, donde sus papás se conocieron, pero...


Mis padres italianos, de la provincia de Udine, vinieron en el año 13 con tres hijos. La guerra empezó en el 14, vinieron a buscar trabajo, a buscar mejor vida. Llegaron a Buenos Aires, y estuvieron en el Hotel del Inmigrante, todas camas cuchetas. A papá lo trajo a Bahía Blanca un constructor… Gerardo se llamaba. El lo acomodó a papá en calle Güemes, donde había un horizontal, como le digo yo, un conventillo. Lo puso de encargado y trabajaba de albañil.

La elección del nombre

Yo nací en el 18 cuando terminó la guerra. Antes de que naciera, mi papá hizo una nota en un diario chiquito que había acá, puso “Cuando llegue el Mesías si es que es varón se llamará Wilson”, como el presidente de Estados Unidos de aquel entonces, el único nombre que tengo, en Uruguay se usa mucho ese nombre… o en Paraguay, no sé.

La maestra Arena

La escuela primaria la empecé en un colegio italiano, te enseñaban medio día italiano medio día castellano. Duró hasta el cuarto grado, en 1929 la cerraron, entonces pasé a una escuela argentina, la nº 6. En la escuela nos enseñaban en italiano: geografía, historia, escritura lectura y verbos. Todas las maestras eran mujeres, en primer grado, la señorita Rosseto, que era soltera. En segundo, la maestra Arena, en tercero tuvimos a Clara Polli… Eso sí, tenías que portarte bien sino… yo una vez en segundo grado estaba sentado con una nena y no sé que hice, la nena se quejó y vino la maestra Arena con una reglita y me dio en las manos...

El monumento a Garibaldi y los garibaldinos

El uniforme que teníamos en la escuela era de marineritos. Justo en el año 28, del centenario de Bahía Blanca, se fundó el monumento a Garibaldi, entonces ahí fuimos vestidos de garibaldinos, en el tiempo de Garibaldi tenían un uniforme propio. El monumento está pegado al Teatro Municipal, uno que esta con una gorra. Yo fui hasta 6º grado, después ya no fui más porque quería trabajar, no estudiar, mi mama me decía ‘aunque sea andá un año más’… pero no, no quise más.

Ahora está por cumplir 89 y parece que toda la vida hubiera sido abuelo.

01 noviembre, 2007

Fuimos al mismo recital

Todavía dura la alegría. Igual "Hombre al Agua" no estuvo tan buena. "Sueles dejarme solo" fue mucho mejor.