30 noviembre, 2009

La fiesta

Misteriosa Bahía Blanca XVI


Noche de viernes. Noche de verano. Noche ideal para la fiesta del Midget. Las máquinas están desde temprano en boxes: las preparan para pisar la tierra; trasmitir al piso la energía generada cuando se libera el embriague: provocar la comunión
hombre-máquina-tierra. La tierra gastada, mojada, removida. Hacerle morder el barro al que queda atrás.

En un minuto y medio se corre una serie, pero la carrera se define en pocos segundos. Las tribunas están repletas de gente que quiere ver a los más de setenta pilotos que salen a girar, a romper parrillas, amortiguadores, perder ruedas, morder el barro y volcar; que quiere ver a los diez o veinte pilotos que saben que siempre llegan. Saben que llegan, pero a veces no; a veces la tierra se suelta, la rueda muerde el montón y termina contra el paredón, en la primera curva.
Accidentes, choripán, asado abajo de la tribuna, ruido de motores. Horas de espera, a cambio de unos segundos de adrenalina.
Sucedió durante una noche de viernes, de verano. La gente de la ciudad, de la zona, llenó las tribunas, llegó temprano para irse tardísimo. Todo por unos segundos de adrenalina. Ser parte de la fiesta. Ya no hay autos feos, los noventa Midgets le ponían color a la tierra mojada. En las tribunas había risas, cargadas, radios, mp3, celulares, gorras, banderas. Madres, hermanas, chicos, familias. Estaban todos.


Estaban todos cuando del cielo cayó una bola de fuego. No se sabe de dónde vino, no se pudo prever. Por unos segundos el cielo se iluminó. Unos segundos de adrenalina y después un pequeño sol explotó en el medio del óvalo. Tiñó todo de fuego. Nada ni nadie se salvó. Todos terminaron carbonizados, hechos polvo negro, mezclados con la tierra mojada, movida, y el barro.



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23 noviembre, 2009

La tierra del desierto, mojada

Hoy llovió en el desierto. Llovió por segunda vez en menos de diez días, después de la larga sequía. El asfalto amaneció mojado, la tierra mojada. Las paredes de las casas mojadas. La ventana del colectivo mojada. El piso del colectivo embarrado. Mientras viajo, leo Maternidad Sardá de Martín Rodríguez:

Ella

se abre una nube roja de sol en el cielo,
y está hinchada de leche
a su vez, un pezón como una mejilla
se sonroja; tiene su sonrisa
también
como un niño, como un perro, como un árbol
una sonrisa de pezón a pezón, se descuelga y tiembla sola

pero se nos viene el desierto:
esta madre se quedó sin leche, justo hoy,
es un bebedero en un cuerpo de piedra frágil,
le da a los huérfanos del barrio,
esta teta no se agota
en la filiación de mis zonzos, decía y...
se vació,
cayó la última gota y...

de pronto la calle es de tierra
de pronto la casa es de arcilla
de pronto la luna de día

Pelvis mecánica

Divididos volvió a Bahía, después de siete años, el sábado en la FISA. El sonido fue de lo peor que me tocó escuchar en mi vida. Pero me encantó cuando tocaron Tengo de Sandro, en la versión que grabaron para el Tributo a Sandro, un disco de rock.

"Esto es para un grande, que se está poniendo motor y carburador nuevo. Esperemos que también le pongan caja automática y vuelva a mover la pelvis", dijo Mollo y la rompieron.




La cobertura del show

21 noviembre, 2009

El concierto

Diego Capusotto dijo que los famosos que hablan de la seguridad (Mirta, Marcelo, Susana) "son un concierto de pelotudos que no saben lo que dicen pero lo dicen y le hacen el juego a la derecha, al gorilaje y a todos los que quieren tener un poquito de poder. Son los voceros de una estrategia política mucho más tremenda de lo que vemos, llegan a mucha gente y no saben ni siquiera lo que dicen".

"Los famosos son como Micky Vainilla, y no es más que el inconsciente de parte de una sociedad que nunca se acuerda de los muertos; de lo único que se acuerda es de blanquearse, en todo sentido de la palabra. Son funcionales a eso que todavía existe y que generó todo lo que estamos viviendo ahora: famosos que hablan sin saber y que provocan aún más la ira en la gente, que no tienen opinión propia, que son pensados por los medios."



13 noviembre, 2009

Texto para la presentación de "La Fábrica"

Actualizo con algunas fotos y este link, en donde se puede leer qué fue más o menos lo que pasó el viernes 13.




Para ser leído esta tarde, en un bar de la Colonia Santa María, de Coronel Suárez, en la presentación oficial del libro de Leandro Beier
.


Quería agradecer a Leandro, que me permite estar nuevamente en la Colonia presentando un libro suyo, otra vez en este bar, con todos ustedes. Antes de hablar del libro, creo que es indispensable destacar el compromiso que tiene Leandro con este lugar: más allá de la calidad de la propuesta y de la escritura, de su aporte a la historia de Santa María, yo no puedo dejar de hacer referencia al esfuerzo personal que hay detrás de este libro, el trabajo de campo realizado, entrevistando a los protagonistas de esta historia, haber tenido que leer los dos libros de Backchellian, el trabajo sobre la escritura como una intervención pública, la edición y finalmente este momento: la presentación. Que no es una mera reunión social, sino que es parte fundamental del proyecto, porque ustedes, Santa María, son el proyecto.

La Fábrica es un libro difícil de encasillar. Entre la historia, el periodismo y la literatura Leandro logró contar la fábrica Gatic Indular-Vulcabras dando cuenta de la complejidad que presenta amalgamar los materiales que componen el relato pasado, sin que estos pierdan su singularidad.

El pasado se puede pensar como relato: puede ser textual, oral, puede verse a través de imágenes, de lo que quedó en la memoria, de las experiencias de vida, puede ser el relato oficial escrito en papel prensa o puede intentar presentarse como una verdad absoluta.

En este sentido, la fábrica y su historia son inmensas. La componen una cantidad de discursos imposibles de reunir en un solo texto. Por eso, en este libro se hace un recorte. Los discursos que confluyen en La Fábrica son: la palabra del autor, las voces de los trabajadores, el testimonio personal del autor, la cobertura del diario local y en menor medida la versión de Backchellian. Es muy interesante ver como Leandro, la autoridad del texto, la voz que podría ponerse por encima de todos para elaborar el discurso objetivo de la Historia, se autoexcluye de ese rol y pone en el centro de la escena a la voz de los trabajadores. Pero no hace un fetiche de esa voz, porque sería un error correrse de un concepto de verdad absoluta, para inscribirse en otro: el de ensalzar la experiencia personal. Por eso, a pesar de darle prioridad a estas voces, también pone a prueba a los testimonios tanto en su montaje y disposición, como en las notas al pie y en el enfrentamiento con los titulares del diario.

Pienso que, en la aparición de reflexiones acerca de los modos de trabajo, la actuación sindical, recuerdos de la infancia del propio autor, en el fondo negro de tinta desperdiciada detrás de las tapas del diario, hasta en el diseño que interpreta el texto desde otro lenguaje, en todas estas cosas, se juega la visión del mundo como una totalidad. Una totalidad en donde las partes conviven en conflicto, que no está ni homogeneizada, ni fragmentada al extremo.

Este libro cuenta algo de la historia de Santa María. Pero ese recorte no cristaliza la historia, sino que abre a múltiples relatos. La Fábrica es un libro que sirve como herramienta para producir historia y así repensar el presente.

10 noviembre, 2009

Texto escolar por el día de la Tradición

Basado en un posteo de la época del conflicto con el campo
Leído esta mañana muy temprano en el colegio San Cayetano.

Hoy festejamos el día de la Tradición. Un día que tiene que ver con la construcción nuestra identidad como país; identidad que se compone por símbolos culturales, que fueron fijados hace mucho tiempo como la figura del gaucho, su vestimenta, su comida, su música. Así es que el 10 de noviembre se recuerda el nacimiento de José Hernández (1834), escritor y periodista con una intensa actividad en la vida política del país, recordado por sus dos grandes obras: El Gaucho Martín Fierro, editado en 1872 y La Vuelta de Martín Fierro, siete años después.


Pienso que esta es una buena ocasión para reflexionar un poco acerca de la construcción de la identidad. Y para eso, que mejor que mirar a quienes vivieron el segundo siglo de historia de nuestro país: nuestros abuelos.

Les voy a hablar del mío, aunque seguramente muchos de ustedes pueden encontrar historias como esta en los suyos: Wilson nació en 1918, cuando el país cumplía 108 años y terminaba la primera guerra mundial. Sus padres vinieron de Italia en el 14, y es el más chico de cinco hermanos. Hoy tiene 91 años, y todavía nos repite, como cuando éramos chicos, estrofas del Martín Fierro que se sabe de memoria:

Los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera -
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea -
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.

Hoy, acá, me pregunto: ¿Porqué un hombre hijo de inmigrantes italianos, que estudio apenas hasta sexto grado tiene grabada en su memoria esa sabiduría popular?

Para contestar esa pregunta tenemos que hacer un poco de historia. El Martín Fierro fue en su tiempo una obra muy popular, pero poco considerada por las altas esferas de las letras, porque pertenecía al género de la poesía gauchesca, que no gozaba de muy buen prestigio.

Fue recién para el centenario de la independencia Argentina entre 1910 y 1916, que los intelectuales, ante la necesidad de encontrar un sujeto histórico que representara un ser argentino autóctono –que no fuera el indio-, para resguardar a la patria de los inmigrantes europeos que venían a montones, eligieron a la figura gaucho. Más aún, no el gaucho inculto y violento, sino el gaucho que José Hernández representa en la Vuelta del Martín Fierro,

que es un padre que al retornar del exilio les habla a sus hijos recomendando la pacificación y la aceptación de la ley de la ciudad a través del trabajo. Un gaucho que con su voz legitima los valores liberales que se querían imponer. No hay identidad nacional

posible, sin una tradición literaria que la avale.

Todos nosotros vivimos una época muy especial: estamos en vísperas del bicentenario. Por eso quería aprovechar esta oportunidad para proponerles que en este día de la Tradición, en vez de sólo ser espectadores de la mitología gauchesca y todo su coloridos sin cuestionarnos de dónde viene, seamos protagonistas y nos propongamos repensar cuáles son los nuevos sujetos que han construido nuestra historia. Para eso les voy a leer un fragmento de un poema, de César Fernández Moreno, que se llama Argentino hasta la muerte, fue escrito en 1954, y muestra una nueva sociedad en la que el cosmopolitismo ya estaba integrado y formaba parte del ser argentino:

a Buenos Aires la fundaron dos veces
a mí me fundaron dieciséis
ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene uno
yo acuso siete españoles seis criollos y tres franceses
el partido termina así
combinado hispanoargentino 13 franceses 3

[…]

así soy de todas esas maneras
guerrero campesino comerciante poeta perhaps
español francés indio casi seguro
rico pobre de todas las clases y de ninguna
y bueno soy argentino ma de qué argentino me estás hablando
qué clase de argentino sos vos que no sos italiano
pa’ser bien argentino tenés que ser semita

Cuando Fernández Moreno publicaba este poema, ese mismo año, mi otro abuelo llegaba también de Italia literalmente sin nada. Viajó durante más de un mes en hacinado en algún barco. Fue a parar a San Antonio Oeste, trabajó en el ferrocarril, trabajó como plomero y gasista, tuvo tres hijos y uno le salió ingeniero. Este hombre está muy lejos de la sabiduría popular gauchesca, y ni siquiera le preocupó aprender hablar bien en castellano. Este nuevo sujeto que trajo el peronismo es el trabajador.

Entonces, como decía, ahora nos toca a nosotros como generación pensar a nuestros abuelos y padres, para tratar de explicar cómo se construye nuestra identidad nacional después del peronismo, de los exilios en los ‘70, de la vuelta a la democracia, de los inmigrantes latinoamericanos de los 90, y las emigraciones del 2001.

Como Lugones vio en el Martín Fierro la obra épica fundacional de un ser nacional y liberal, como Fernández Moreno abrió las puertas desde el coloquialismo al inmigrante, deberíamos preguntarnos cuál es el sujeto argentino de cara al bicentenario.

04 noviembre, 2009

Hay que escuchar The Talibans

Le doy: *****

The Talibans - New York, New York. Fatwa Records.

Temas:
Acá, re loco, fumando amapola
New york, New York (cover de Frank Sinatra)
Clases de vuelo a domicilio
Inmolándome
La fiesta anual del cordero

The Talibans - Los Reyes Magos. Fatwa Records.
.
Temas:
100 azotes a la adúltera
101 pedreadas a la adúltera
Degoyando un periodista extranjero
Guerra santa
Bush también la tiene adentro
Nuestro terrunio
Soldado ruso
La quema del judio
Bigote y Kalashnikov


The Talibans es una banda de hip-hop étnico con bases de jazz poco conocida en Occidente (tal vez censurada por sus inclinaciones ideológicas), pero que rompe los charts en medio Oriente. Empezó, como todos los grupos de jóvenes entusiastas, peleándola desde abajo en el under iraquí, hasta que, después de sacar su segundo álbum, explotó cuando inmolaron al bajista en un show en vivo. Desde ese momento su ascenso fue imparable: a pesar de que en cada presentación mueren entre 100 y 500 fanáticos, The Talibans logró combinar canciones de protesta y cantos religiosos, con melodías que enternecen hasta a los niños. Además de contar con el mayor arsenal de la resistencia anti imperialista.

01 noviembre, 2009

Digresiones sobre un cuento de ciencia ficción que leí cuando vivía en la superficie

-Lo que pasó fue mucho, mucho peor que una sequía.
-¿Qué es una sequía?
-Hace unos 15 años, mucho antes de que nacieras, caía agua del cielo. Le decíamos lluvia, y esa lluvia hacía que podamos vivir en la superficie. Cuando dejó de llover, la sequía terminó con todo. Nadie pudo prever el desastre.
-¿Vivían en la superficie y no se quemaban con el sol?
-No, antes podías estar horas al sol. Salía a la mañana, a eso le decíamos día, y cuando se ocultaba era la noche. El sol y la lluvia eran fundamentales para producir alimentos. El Goo no existía, comíamos animales y vegetales.
-Puaj, ¿Cuándo lo conociste a Peretti?
-La tormenta fue en el 2010, el país en que vivíamos se llamaba Argentina, y la ciudad Bahía Blanca, estaba a unos 60 kilómetros de acá...

ContinúaFoto Jimmy Chaban