10 noviembre, 2009

Texto escolar por el día de la Tradición

Basado en un posteo de la época del conflicto con el campo
Leído esta mañana muy temprano en el colegio San Cayetano.

Hoy festejamos el día de la Tradición. Un día que tiene que ver con la construcción nuestra identidad como país; identidad que se compone por símbolos culturales, que fueron fijados hace mucho tiempo como la figura del gaucho, su vestimenta, su comida, su música. Así es que el 10 de noviembre se recuerda el nacimiento de José Hernández (1834), escritor y periodista con una intensa actividad en la vida política del país, recordado por sus dos grandes obras: El Gaucho Martín Fierro, editado en 1872 y La Vuelta de Martín Fierro, siete años después.


Pienso que esta es una buena ocasión para reflexionar un poco acerca de la construcción de la identidad. Y para eso, que mejor que mirar a quienes vivieron el segundo siglo de historia de nuestro país: nuestros abuelos.

Les voy a hablar del mío, aunque seguramente muchos de ustedes pueden encontrar historias como esta en los suyos: Wilson nació en 1918, cuando el país cumplía 108 años y terminaba la primera guerra mundial. Sus padres vinieron de Italia en el 14, y es el más chico de cinco hermanos. Hoy tiene 91 años, y todavía nos repite, como cuando éramos chicos, estrofas del Martín Fierro que se sabe de memoria:

Los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera -
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea -
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.

Hoy, acá, me pregunto: ¿Porqué un hombre hijo de inmigrantes italianos, que estudio apenas hasta sexto grado tiene grabada en su memoria esa sabiduría popular?

Para contestar esa pregunta tenemos que hacer un poco de historia. El Martín Fierro fue en su tiempo una obra muy popular, pero poco considerada por las altas esferas de las letras, porque pertenecía al género de la poesía gauchesca, que no gozaba de muy buen prestigio.

Fue recién para el centenario de la independencia Argentina entre 1910 y 1916, que los intelectuales, ante la necesidad de encontrar un sujeto histórico que representara un ser argentino autóctono –que no fuera el indio-, para resguardar a la patria de los inmigrantes europeos que venían a montones, eligieron a la figura gaucho. Más aún, no el gaucho inculto y violento, sino el gaucho que José Hernández representa en la Vuelta del Martín Fierro,

que es un padre que al retornar del exilio les habla a sus hijos recomendando la pacificación y la aceptación de la ley de la ciudad a través del trabajo. Un gaucho que con su voz legitima los valores liberales que se querían imponer. No hay identidad nacional

posible, sin una tradición literaria que la avale.

Todos nosotros vivimos una época muy especial: estamos en vísperas del bicentenario. Por eso quería aprovechar esta oportunidad para proponerles que en este día de la Tradición, en vez de sólo ser espectadores de la mitología gauchesca y todo su coloridos sin cuestionarnos de dónde viene, seamos protagonistas y nos propongamos repensar cuáles son los nuevos sujetos que han construido nuestra historia. Para eso les voy a leer un fragmento de un poema, de César Fernández Moreno, que se llama Argentino hasta la muerte, fue escrito en 1954, y muestra una nueva sociedad en la que el cosmopolitismo ya estaba integrado y formaba parte del ser argentino:

a Buenos Aires la fundaron dos veces
a mí me fundaron dieciséis
ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene uno
yo acuso siete españoles seis criollos y tres franceses
el partido termina así
combinado hispanoargentino 13 franceses 3

[…]

así soy de todas esas maneras
guerrero campesino comerciante poeta perhaps
español francés indio casi seguro
rico pobre de todas las clases y de ninguna
y bueno soy argentino ma de qué argentino me estás hablando
qué clase de argentino sos vos que no sos italiano
pa’ser bien argentino tenés que ser semita

Cuando Fernández Moreno publicaba este poema, ese mismo año, mi otro abuelo llegaba también de Italia literalmente sin nada. Viajó durante más de un mes en hacinado en algún barco. Fue a parar a San Antonio Oeste, trabajó en el ferrocarril, trabajó como plomero y gasista, tuvo tres hijos y uno le salió ingeniero. Este hombre está muy lejos de la sabiduría popular gauchesca, y ni siquiera le preocupó aprender hablar bien en castellano. Este nuevo sujeto que trajo el peronismo es el trabajador.

Entonces, como decía, ahora nos toca a nosotros como generación pensar a nuestros abuelos y padres, para tratar de explicar cómo se construye nuestra identidad nacional después del peronismo, de los exilios en los ‘70, de la vuelta a la democracia, de los inmigrantes latinoamericanos de los 90, y las emigraciones del 2001.

Como Lugones vio en el Martín Fierro la obra épica fundacional de un ser nacional y liberal, como Fernández Moreno abrió las puertas desde el coloquialismo al inmigrante, deberíamos preguntarnos cuál es el sujeto argentino de cara al bicentenario.

1 comentario:

Anónimo dijo...

claro , con fundamento , estudio , lectura , análisis, propuesta a debatir, a pensar...excelente
Martina.