Hoy llovió en el desierto. Llovió por segunda vez en menos de diez días, después de la larga sequía. El asfalto amaneció mojado, la tierra mojada. Las paredes de las casas mojadas. La ventana del colectivo mojada. El piso del colectivo embarrado. Mientras viajo, leo Maternidad Sardá de Martín Rodríguez:
Ella
se abre una nube roja de sol en el cielo,
y está hinchada de leche
a su vez, un pezón como una mejilla
se sonroja; tiene su sonrisa
también
como un niño, como un perro, como un árbol
una sonrisa de pezón a pezón, se descuelga y tiembla sola
pero se nos viene el desierto:
esta madre se quedó sin leche, justo hoy,
es un bebedero en un cuerpo de piedra frágil,
le da a los huérfanos del barrio,
esta teta no se agota
en la filiación de mis zonzos, decía y...
se vació,
cayó la última gota y...
de pronto la calle es de tierra
de pronto la casa es de arcilla
de pronto la luna de día
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