14 enero, 2009

El fin del amor

Misteriosa Bahía Blanca IV


La casa no tiene una ubicación exacta, pero sí cumple una función muy precisa. Es una casa que sólo aparece cuando la llaman. Que sólo aparece cuando alguien la necesita.



El fin del amor es doloroso. Siempre. Esa pérdida se canaliza de las formas más variadas: depresión, ira, negación, hiperactividad, degradación física, comportamiento compulsivo y regresión, entre otras. Pero las mujeres no están solas ante el dolor, tienen un lugar en donde refugiarse.


Después de dos años de un noviazgo que pintaba para toda la vida, Martín sufrió una ruptura abrupta. Miedo. Esa fue la palabra que le quedó retumbando en la cabeza. Miedo al compromiso, miedo a equivocarse, miedo a perder a sus amigas y bla bla bla bla bla bla bla, llanto, y bla bla bla bla bla.


Puta, hija de puta, ¿cómo me va a dejar?, me querés de decir ¡¿Cómo?! debe tener otro la muy puta. Puta de mierda, dos años tiró a la basura, ¡dos años! ¡Quehijadeputa! ¿Tendrá otro?, no puede ser, pero sí, tiene otro seguro, ¿miedo? A qué miedo la puta que te parió, ¡tenés otro conchuda!, pero de dónde lo sacó, seguro de la Universidad. Sí, seguro. Lo mato. Yo lo mato.


En Martín se dio una combinación de ira con comportamientos compulsivos.
Foto: Jimmy Chaban


Continúa mañana...


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