29 marzo, 2009

Un breve viaje en el tiempo (última parte)

Misteriosa Bahía Blanca X - Leer primera parte



Es de noche. Caminé hasta encontrar un lugar donde sentarme. Hay pastos secos por todos lados. Me duele el cerebro, sabré más tarde que se debe al desfasaje. Mis ojos, de luz eléctrica, tardarán unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad de las estrellas.

Me abracé las rodillas. Ojalá fumara, pensé. Hacía un frío de otoño, no hay reparo para el viento. Podía caminar, eso que veía no tan lejos debía ser la Fortaleza Protectora Argentina. Pero me inquietaba la noche. El dolor de cabeza se fue. Me miro las manos y nada cambió. El reloj sigue funcionando, sólo servirá para saber cuanto tiempo estuve. Aunque el tiempo deja de importar ¿Para qué intentar medirlo?: para producir, me respondo, después.


A lo lejos se levanta una nube de polvo. Suena como una tormenta, un trueno en la tierra. En el fuerte se encienden antorchas. En mi reloj ya pasó una hora. Siento que los ojos se ponen transparentes. Los colores atravesando-me.


Lo que nadie me explicó es que del tiempo no se vuelve nunca. Hay criaderos de cerdos. Tardan un par de años en crecer. Los cerdos hacen un ruido horrible al morir. Mueren en unos degundos. La carne se muele, se condimenta, rellena la tripa, se subdivide, se deja reposar unos días. Se cuelga bajo una luz blanca. La gente compra sus puro cerdo. Y yo no sé dónde están mis manos, dónde mis ganas de fumar, dónde quedó el malón, dónde ese dolor de cabeza, dónde el recuerdo.

(Fotos de Jimmy Chaban)

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