27 marzo, 2009

Un breve viaje en el tiempo

Misteriosa Bahía Blanca IX


La máquina del tiempo permanecía inmóvil. En la esquina, detrás de la vidriera, a la vista de todos. Iluminada, escondiéndose de la noche. Escondiéndose de la ciudad detrás de un gran ramillete de chorizos.


Se me va a hacer muy difícil contar lo que sucedió esa noche. La lengua divide al tiempo en tres instancias: pasado-presente-futuro. Si durante la última hora te aburriste, dormiste o jugaste, la hora pasó. Si vivís recordando esa hora en la que. Esa hora ya pasó y ahora es ahora. El tiempo del deseo, de la incertidumbre, del silencio, de las pastillas, de las certezas, no tiene su correspondiente tiempo verbal. Esa hora, que para mi fue un siglo y medio, no pasó.


No hay forma de saber a dónde vas. Ni tampoco a dónde vas a volver, me dijeron antes de que todo fuera luz.


Según me explicaron después, en esa carnicería, los chorizos están sobre un nodo de energía. Dentro de grandes masas energéticas, la materia no responde a las leyes de la física tradicional. Desaparece y aparece aleatoriamente en el tiempo.


En mayo del año pasado me ofrecí como materia. Ponía mi cuerpo y mi memoria como garantía, vaya uno a saber de qué.


(Foto de Jimmy Chaban)

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