06 mayo, 2009

El teatro circular (el fin)

Misteriosa Bahia Blanca XV - primera parte - segunda parte


No era tan alto, pero era difícil encontrar un blanco para saltar. Una vez que eligió el lugar, pasó toda una tarde viajando de palco en palco hasta que logró una ubicación favorable. Saltó al vacío.








Estaba en un lugar oscuro. Tanteaba con las manos, movía los pies despacio, pisaba con fuerza cuando encontraba el piso. De pronto entró un rayo de luz y descubrió a pocos metros unos zapatos marrones, un pantalón gris y un bastón. Una risa entrecortada marcó los límtes de la habitación.

- Sentate. Dijo Borges.
- ¿Dónde estoy? Preguntó mientras se cruzaba de piernas con dificultad.
- Estás en un terreno que no te pertenece, el de los sueños. Me soñaste en un teatro vació. La paradoja de la representación. Hay que acabar con esto.
- Es lo que intento hacer. ¿Me vas a ayudar?
- ¡Que inútil! -dijo mientras se reía levantando el mentón- Todas las paradojas se resuelven con otra paradoja.

Salió de la habitación, y entró al Teatro Municipal. Subió las escaleras, les compró un jugo medio caliente de mango-durazno a Las Amigas del Teatro, y se dirigió a los palcos. La puerta del suyo estaba entreabierta, entró y se encontró durmiendo sobre la felpa roja. ¿Está ocupado?, se preguntó. Se despertó. Sentate, no creo que venga nadie, se dijo. Corrió la silla de madera sin hacer ruido y se sentó. Le gustaba el jazz y la función acababa de comenzar.

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