29 noviembre, 2007

La ciudad escrita

Por Emilio Zaina, para ría revuelta 14


Si un
día de verano un viajero … arribara a Pompeya en las horas previas al 24 de agosto del año 79, se encontraría, antes de transponer la muralla defensiva, con lápidas atestadas de epitafios. Los antiguos construían sus necrópolis en las puertas de las ciudades, a la vera del camino, para que los viajeros repitieran en voz alta unas fórmulas rituales y guardaran en la memoria los nombres de los difuntos: T(itus) Lollius … positus propter viam ut dicant / praeterientes / Lolli ave “Soy Tito Lolio … enterrado al lado del camino para que los viajeros digan, chau Lolio”. En las inscripciones sepulcrales el viajero se entera de cuántos años vivió el difunto, su filiación paterna, quién pagó el trazado del epitafio y recibe unos consejos que lo invitan a vivir intensamente (quién mejor que un muerto para hablarnos de esto): bibe, lude, veni “bebé, hacé el amor y después vení aquí”. Semejante advertencia le hace apresurar el paso, franquear la entrada y dirigirse a la ciudad palpitante, también cubierta de escritura. Las calles no tenían nombres ni las viviendas números, entonces se podía encontrar informaciones como esta: Marci Iuni insula sum “soy la casa de Marco Junio”; la ciudad estaba también cubierta de propaganda electoral y coloridos avisos de combates de gladiadores, el viajero bien podría dirigirse a uno de estos. Pero antes - hace calor en agosto- conviene ir a una taberna y pedir algún refresco para calmar la sed; en el fondo del vaso se puede leer: bibe, amice, de meo “bebé de mí, amigo” mientras que en la fíbula que anuda la túnica de la mujer que sirve hay unas letras que dicen: Quod vis, ego volo “lo que vos querés yo también lo quiero” y en la frente del esclavo que trajina entre los habitúes se advierte una palabra marcada a fuego: FVR “ ladrón”. Nuestro viajero decide ir al lupanar a mitigar los ardores y la soledad que los viajes siempre producen. Allí encuentra cientos de graffiti que narran las hazañas sexuales de los clientes y las ofertas de las prostitutas: Arphocras hic cum Drauca bene futuit denario “Arpocras hizo bien el amor aquí con Drauca por un denario”. Finalmente, entrada la noche, busca en donde dormir y alquila un angostísimo cuchitril en un hotel. Antes de irse, por la mañana, él mismo podría haber trazado con un instrumento punzante, sobre el estuco de la pared, su graffiti: Vibius Restitutus hic solus dormivit et Urbanam suam desiderabat “Vibio Restituto durmió aquí, solo, y no dejó de extrañar a su querida Urbana”, lo habría escrito al lado de otro que, tal vez, dejaron los huéspedes de la víspera: miximus in lecto, fateor, peccauimus, hospes. si dices quare: nulla matella fuit, “te orinamos el colchón, lo confieso, hotelero. ¿Preguntás por qué? Porque no nos pusiste un orinal”. La ciudad antigua es, literalmente, una ciudad escrita, al punto que los dealbatores periódicamente limpiaban las paredes para que pudieran ser garabateadas de nuevo. El 24 de agosto, a las diez de la mañana del 79, el Vesubio, después de años de permanecer dormido, explotó con violencia. Pompeya quedó sepultada bajo cuatro metros de lava y miles de pompeyanos murieron, pero la ciudad texto se conservó casi intacta.

No hay comentarios: