04 julio, 2010

Diego, el corazón sobre todo

Publicado en el blog Todos jugamos de lanueva.com




¿Por qué duele tanto?

Veamos.

En 2006 enfrentamos a los mismos rivales en octavos y en cuartos de final. Estuvimos a 10 minutos de derrotar al local Alemania y nos fuimos por penales. En 2010, ante Alemania, caímos estrepitosamente, sin reparos, sin explicaciones: 4-0 desde el primer hasta el último minuto del partido.

Entonces, ¿por qué duele muchísimo más esta derrota?

En 2006 con Pekerman la expectativa era hacer "un buen torneo" y, en términos generales, lo hicimos. Se perdió y punto.

Lo que cambió en 2010 fue la presencia de Diego. El 12 de junio enfrentamos a Nigeria y la moneda comenzó a volar por el aire. Sólo iba caer una vez: todo o nada. Esas eran las opciones. Por eso la adrenalina: por la posibilidad de ser campeones, porque la moneda giraba cada vez más alto y nos mostraba siempre su cara buena.

Y finalmente, cuando nadie lo esperaba, la moneda cayó, una vez más, por lado de la soledad.

En este Mundial aprendí a bancar a Diego. Pude entender que el fútbol no va por los caminos de la razón. Después del partido Diego dijo que "el que venga tendrá que seguir este camino": ese trecho tan angosto entre el drama y la comedia, esa contradicción viviente: la pasión según Maradona.

Todos los que festejaron el gol de Heinze, los que sintieron cierta satisfacción al ver a Maradona con traje europeo, los que se sorprendieron con los cambios acertados ante Corea, los que gritaron el gol de Palermo ante Grecia como si fuera una final, los que sonrieron con la entrega de Tevez; todos los que creyeron, no tienen por qué ahora salir a matar a Diego.

No se puede separar lo bueno de lo malo en una persona. No existe diferencia alguna entre el Diego jugador, técnico, padre, drogadicto, D10s. Son todos el mismo. En la alegría estaba engendrada esta tristeza. El tamaño de la desilusión da cuenta de que vivimos el Mundial más intenso desde el 90.

Por eso, porque el fútbol es el corazón en las manos. Con el corazón sobre todo, lo quiero bancar a Diego.

En el fútbol no hay justicia. Ni deportiva, ni poética, ni política. Esta vez nos tocaba tener nuestro Invictus, pero no se dio. Ahora nos queda guardar la camiseta, dejar la bandera colgada para pasar como podamos el 9 de Julio, y empezar a ver con resignación qué refuerzos traerá nuestro club para el próximo Apertura.

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