07 octubre, 2008

El primer trabajador


Laspada de Marcelo Díaz es el único libro que escuché más veces de las que lo leí. Allá por el 2004, la Cooperativa Editora EL Clamar preparaba su segunda edición, la preocupación principal en ese momento era hacer circular la poesía. Fotocopia, cartulina, abrochadora larga, refiladora y a vender. Tres libritos por tres pesos. Y resultaba, porque los libritos se vendieron de a montones, como caramelos.
Ahora pienso que
Laspada, fue uno de los libros donde mejor se conjugó la propuesta editorial de El Calamar con los poemas. Los pingos se ven en la cancha, dicen, y por eso Marcelo salió a ponerle la voz a los textos en varios recitales y encuentros. Los poemas salían al verde césped y el público respondía; entonces se pusieron la camiseta verde y se convirtieron en un poemario sobre el destino épico del duro zaguero aurinegro. (Escrito por un envidioso hincha de Villa Mitre y de River).

El libro nace de una pregunta: ¿Por qué la hinchada de aurinegra consagraba como ídolo a ese pelado gigantesco, medio robótico, no precisamente dotado para el juego bonito?

Que intenta responderla: Ni jogo bonito, ni magia, ni fútbol galáctico: épica. Laspada tenía estatura épica. [...] era de pronto una especie de Leónidas espartano-bahiense.


EL PRIMER TRABAJADOR

El Pelado Laspada es el abanderado
de los jugadores humildes;

día tras día,
semana tras semana,
mes tras mes y lo noventa
minutos completos que dura el cotejo,
el Pelado Laspada roe con tenacidad
el hueso de su torpeza:

marca / rasca / muerde / traba /

se pela el ukelele contra el verde,
la suda y con shot
ajustado y potente envía
el esférico a Puerto Belgrano,
donde los marines del Almirante Rojas
lo ven venir en llamas y creen
que se trata de un ataque terrorista
de la izquierda apátrida y peronista argentina.

FÁBULA ORIENTAL

El Pelado Laspada sueña que es Maradona
y cuando despierta no sabe
si es el Pelado Laspada soñando ser Maradona
o si es Maradona que flashea
ser el Pelado Laspada.



El autor dice que:

Laspada concentraba cosas que yo venía rumiando de años, por eso también salió rápido. Cierta grandeza en la limitación, cierta desmesura en la torpeza, que construyen una épica inversa: estamos orgullosos de no ser grandes, estamos orgullosos de no tener casi nada, etc. Me acuerdo de un partido de Villa Mitre en el Nacional B, contra Instituto en Córdoba. Instituto venía primero y era una máquina trituradora de rivales; Villa Mitre venía más o menos, pero el técnico, Titi Santanafesa, profesaba una suerte de filo brasilerismo delirante y declaró: Villa Mitre sale a atacar en cualquier cancha. En Córdoba, a los 10 minutos del primer tiempo, contra el puntero, Villa Mitre ganaba 2 a 0 de manera inexplicable y no paraba de atacar. A los 15 ganaba 2 a 1, a los 25 ya empataba 2 a 2. El partido, finalmente, lo ganó Instituto creo que siete a dos. Al otro día voy a la verdulería, y el verdulero, fanático enfermo del tricolor, me dice: qué cagazo se pegaron los cordobeses esos quince minutos! En Laspada está eso, y un cruce político de esa ética del perdedor, del que cae haciendo la suya y se enorgullece de eso, del que no gana una, saca pecho y dice: nadie pierde mejor que yo.

Lecturas

Apenas tuve un grupito de poemas los empecé a leer, mucho antes de publicarlos, y funcionaban muy bien en la lectura pública. Había una cosa teatral en la lectura que hacía, hablaba mucho antes de cada poema, contaba cosas:
leí esto, me contaron esto otro, me pregunté tal cosa... Lo gasté leyendo al libro! y después, sí, la edición del Calamar, que era ultra barata favoreció muchísimo la circulación. Me sorprendía gente que no leía poesía y me venía a decir que le había encantado Laspada. Una vez me dijeron: no sabía que se podían escribir poesías sobre estas cosas.

Corazón valiente y aurinegro


La verdad, no pensé mucho qué estaba haciendo, pero si lo veo a la distancia hubo una cosa performática en
Laspada: mucha lectura, charlas en escuelas, en el MAC estuve con Laspada y después nos invitaron juntos a una escuela: yo leía los poemas que decían que Laspada era un burro y Laspada estaba orgulloso sentado al lado. Después los pibes le preguntaban mil cosas, y ahí yo sentía que me había quedado corto, porque Mauro es un personaje increíble, hace chistes, se autoparodia, un tipo muy piola, muy querible, y jugando al fútbol, un performer. Finalmente le preguntaron: ¿qué cosa nunca harías en tu carrera?, Jugar en Villa Mitre contestó, y me vino a abrazar mientras los pibes se cagaban de risa de mi cara.

No hay comentarios: