01 noviembre, 2010

La historia está escrita en el aire




Nadie llora ante un libro de historia. Llorás cuando la historia te atraviesa.

En la misma semana que intervienen quirúrgicamente al primer kirchnerista convencido que conocí, mi viejo, se muere Néstor Kirchner. Demasiada carga emocional, intelectual, física: con el cerebro seco, con los ojos cansados de estar frente a la pantalla. Conmovido por las imágenes de la transmisión continua de la capilla ardiente. Donde sobraron las palabras. Así se siente vivir en tiempo presente un hecho histórico. La carga de simbolismo que hubo en todo esto, es la condensación de la historia de la década.


Con la muerte de Néstor Kirchner, todo el sentido histórico que estaba contenido en una vida terrenal, limitado por la humanidad de una persona, estalló en millones. El líder que se pone en la primera fila del combate y muere en el fragor de la lucha, sólo deja inspiración. La inmolación como última parada de la pasión. Ahora la construcción será colectiva. Cristina conduce, el pueblo la sostiene. Una construcción de brazos abiertos.


Leo, leo, leo, por todos lados, palabras cargadas de bronca, de inteligencia, de miseria, de dolor. Pero me quedo con las imágenes: los mozos de la Rosada llorando, jubilados eternamente agradecidos, veteranos de Malvinas, Madres, Abuelas otra vez frente a la muerte, cientos de pibes y pibas que nacieron a la política con Néstor y que se acaban de hacer mayores de edad, los presidentes latinoamericanos dimensionando la figura del que se fue, los que tuvieron vedada la entrada por no estar nunca a la altura de la historia, Diego agrandando el panteón de los gladiadores, todos los que gritaron porque no correspondía el silencio, todos los que agradecieron, todos los que pronunciaron la palabra dignidad, todos los que lloraban y me hacían llorar a mí. El pueblo dándole fuerzas a Cristina y Cristina, con la fuerza de una leona herida, conteniendo la emoción del pueblo que llora.




Arriba del coche fúnebre, además de flores, había cascos celestes, blancos y amarillos. El cajón subió lentamente al avión. La escena final: ese avión que levantó vuelo en el cielo lluvioso, para devolver a su tierra al cuerpo de un hombre que dejó su vida para transformar este país en un lugar mejor; una imagen de la dignidad nacional recuperada en estos siete años. La contracara del helicóptero que partió de la terraza de la Casa de Gobierno en diciembre de 2001.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial Mati.
Quise tratar de escribir alguna puta palabra y no me salió un carajo. Esto me pasó por encima.

En todo caso, gracias por ponerle palabras a lo que no puedo decir.

Abrazo. Lea

Martín dijo...

Abrazo grande compañero!!!

Matías dijo...

Gracias muchachos