Pucha... se acabó. Se terminó. La habitación de Antígona fue un experimento interesante. Escribir en otro soporte, con otros materiales, cambiar las costumbres y métodos de escritura y ver que pasa.
Empezó en enero de este año cuando un día se me ocurrió parar en la librería La Porteña y comprar un cuaderno de verde (tapa dura, estilo papel araña), tinta china roja, negra y sepia, y un plumín. Después vino el blog. Planificar un texto literario en un soporte que permite compartir la experiencia de creación y sumarle algunas herramientas multimedia. En ese sentido el concepto de taller de trabajo funcionó bien.
El blog también te da la posibilidad de establecer contacto con lectores reales (no ideales), en ese sentido, el tema estuvo muy tranquilo; tuve que seguir conviviendo con los ideales y a los reales los tuve que seguir viendo cara a cara.
Como se dice en estos casos.
Bueno, eso es todo.
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