04 noviembre, 2008

La comunidad


Esto pasó hace un par de semanas, así que intentaré ser breve.

Tengo una teoría: por lo menos el 10% de la gente que vive en un edificio está loca. Este porcentaje puede crecer exponencialmente según las siguientes variables: antigüedad del edificio + antigüedad de los propietarios + instalación en hall de entrada de cámara de seguridad + visualización de la cámara por un canal de televisión.
Si se dan estos cuatro elementos, todos juntos, estamos ante una situación grave, que ni Alex de la Iglesia se pudo haber imaginado cuando filmó La comunidad (básicamente porque en ese edificio no había camaritas).

20 de octubre, día de la madre. Reunión familiar, cita en la casa de la tía Chiche, tía abuela, hermana melliza de mi abuela, en el edificio de Almafuerte 100. Domingo caluroso, salgo de trabajar a las dos, llego al edificio a las dos y diez, toco timbre. Mientras espero hago un gesto de saludo a la camarita de seguridad, porque sé que alguien me está mirando. Baja mi abuela, que escucha mucho la radio y le teme a la inseguridad, y me dice: No entrás la moto? Entonces, la subo por la rampa para discapacitados. El hall es amplio, busco un recodo al lado de una planta donde la moto no moleste. La ato, ascensor, quinto piso, feliz día.

El almuerzo transcurre en forma normal: de entrada unos bocaditos de roquefort y nuez, después un pionono primavera y por último carne al horno con crema y papas. Helado, café, sidra, feliz día, la radio, River-Boca.

Nos vamos. Chau, chau, muy rico todo. Echaron al negro Ibarra por protestar un lateral, la puta madre. Ascensor, quinto piso, planta baja. Y la sorpresa. El regalito de la comunidad de viejas putas que fermentan en ese edificio. La moto ya no estaba prolijamente estacionada en el recodo al lado de la planta, estaba en el medio del paso, con el candado enredado en la rueda trasera, el espejo retrovisor desenroscado, las dos ruedas desinfladas y un simpático cartel que decía "Está terminante prohibido estacionar motos en el hall de entrada, la comisión" Gol de Viatri, vamos que les ganamos con diez a las gallinas! Me dieron ganas de romper todo, lo mismo que le hicieron a mi moto, pero al inmaculado pasillo choto que llaman hall. Me dieron ganas pegarle un batazo a la camarita. Pero estaba mi tía. Afuera viento, calor y la moto en llanta. Que calentura insoportable. Cuando se pase, posteo algo en el blog.

6 comentarios:

AEZ dijo...

Si obviabas la pavadita sobre el fóbal el relato quedaba mejor aún. Pero.

El problema de muchos viejos es que tienen demasiado tiempo libre: culpa de la televisión de mierda que hay. Si hubiera buenos programas no habría tanta historia.

Matías dijo...

AEz: esto es más grave aún. Porque no miran televisión, hay viejos que se pasan todo el día mirando el canal 98 que es el de la camarita, para después chusmear en el viaje en ascensor diario que hacen para ir a la despensa.
Yo alguna vez usé la camarita del edificio de mi padre para conocer al novio de mi hermana sin tener que saludarlo, pero ese es otro tema...
gracias por pasar

Oso de Almafuerte dijo...

Jaja, me hiciste reir con lo del novio de tu hermana.
Viví 12 años en edificios (seis en Casanova 48 y los demás en Patricios 66). Por eso doy fe que las viejas putas existen irremediablemente en todo tipo de edificación horizontal.

Matías dijo...

Esas viejas deben tener telarañas, no deben haber visto una poronga en su vida y descargan su tensión sexual con mi pobre moto.
O como dice el video "hacen la tijerita" entre ellas.

Anónimo dijo...

son cobardes las viejas putas hijas de la represión,excelente tu comentario....excelente sintetizado ...y con el detalle de la cotidianeidad "de los goles" que lo hizo más vivencial...las viejas putas son personas tóxicas...perversas que tiran veneno y eso respiran...los remedios:uno,tendríamos que haber hecho la denuncia,la ley alivia(si hay una próxima va a haber ley) y dos , la ley universal:cada uno cosecha lo que siembra...esas cobardes pagan ahora o después.grasie.

Matías dijo...

creo que la ley divina ya les llegó. Son unas infelices que se pasan el día de la madre mirando por la camarita y desinfalndo las ruedas de las motos. Igual yo las cagaría a trompadas, por las dudas de que no se den cuenta.