
Hace unos días que me hago las siguientes preguntas:
¿Qué está diciendo Cristina? ¿Por qué las recomendaciones sexuales y los chistes? ¿Desde cuándo Cristina se toma con humor sus discursos?
El tema es que la presidenta se puso chancha y recomendó comer chancho. Acá y acá venía hablando del lenguaje de Estado como un hecho político concreto. Y este discurso no es más que eso, un acto (menor) de gobierno: intentar aplacar la agenda de conflictos que propone la oposición.
El discurso disparó reacciones de todo tipo: a algunos les cayó simpático, para otros fue una barbaridad, Stolbizer dice que Cristina "derrapó" y la comparó con Menem, encuestadores piensan que necesitaba un cambio de imagen. Para los medios fue un gran tema de verano: hicieron informes sobre las propiedades del cerdo, móviles en las carnicerías preguntando precios, sexólogos desmintiendo a la presidenta y hasta el diario Crítica publicó una lista con lugares en donde se puede comer un buen lechón (acompañados con la ubicación del telo más cercano).
La diferencia con Menem es básica: Cristina es una gran oradora. En sus discursos logra simplificar relaciones muy complejas entre la economía, la política y la sociedad, y los discursos no se los escribe nadie. Detrás de los chanchos de Cristina -además de un poco de sentido del humor para acercarse a la gente- hay un acuerdo productivo con las industrias porcinas. Detrás de los furcios de Menem estaba la brutalidad del caudillismo neoliberal.
2010 es la clave. Todos lo saben. Por eso desde el primer día del año se planteó la estrategia opositora: agenda de conflictos, poner al gobierno a la defensiva, judicializar las decisiones ejecutivas. Embarrarse y embarrar al resto, bajo
Terminada la novela del verano, con Redrado caído en desgracia, apareció un nuevo tema: el precio de la carne. Justo en época de paritarias, el jueves pasado Felipe Solá dijo en TN que "el aumento de la carne licua todo posible aumento de sueldo". Pero ese día nadie habló de la carne de vaca, los móviles de radio y televisión entraban en las carnicerías y preguntaban por el cerdo de Cristina.
Después nos podemos poner serios y preguntarnos por qué sube la carne: si es lógico que suceda, si las retenciones móviles (llamadas a equilibrar los precios en el mercado interno) hubieran mejorado esta situación, si faltó estrategias productivas, si fue la sequía... queda para otra discusión.
Por ahora, agarren su celular y manden CHANCHA al 2010, que Cristina les cuenta todos sus secretos para para poder gobernar un país con un topo en la Casa Rosada.
