05 julio, 2007

Poesía & política / poemas

Estos son los poemas de poesía & política, más abajo, el textito

INTERNACIONAL, LA

No, “peones del mundo uníos” no
da, no dió. Difícil imaginar el grito
sino solitario y en medio del trigal
la charla estratégica para planear
la revuelta entre cinco paisanos
bajo la noche vacía y más extensa
con la antorcha libertaria mutada
en fogata para achuras y chorizos
y el relato en torno a la luz mala
poco menos natural que el patrón.
Imposible la Internacional vuelta
milonguera y la llegada clandestina
a qué buzón de qué tranquera
de la propaganda más disolvente
con el rebelde leyendo ¿Qué hacer?
ahí bajo el ombú y los platrones
rumiantes alrededor. Cuanto
más para la cosecha advenedizos
o directamente crotos anarquistas
en cualquier poblado de la Pampa
dispuestos a desajustar en silencio
- mientras se ven entre eucaliptus
los faros de la furgoneta policial –
tuercas y tornillos de la Jhon Deere.
Pero la cosecha ya se terminó.
A la hora de roturar, de dar vuelta
todo, otra vez solo ocho, diez.

(Sergio Raimondi, Inédito)


La gallina en su cama de paja
empolla un huevo en una caja
la tierra para quién la trabaja

(Martín Gambarotta, Seudo, Vox, Bahía Blanca, 2000)



¿Soy el poeta de la Revolución?....

¿Soy el poeta de la revolución
acaso, cómo dice
por ahí – bromeando –
un compañero de cárcel? No. El poeta
de la Revolución es el Pueblo; pero el
pueblo concreto, de persona a
persona; el Viejo Ponce que
ayer cumplió años y casi
le revienta el coraxón de alegría
cuando le cantaron La Marchita
Revolucionaria del Pueblo. La cantaron
como si fuera el Happy Birthday, y se fumó
un habano legítimo, regalado
por Fidel al Chicho, y por éste a
un amigo, y del amigo a mí y de mí al Viejo
Ponce, por la Gracia Divina. Ponce,
el viejo gladiador peronista,
es el poeta de la revolución.

(Paco Urondo, “Cuentos de Batalla Obra poética, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006)

Oda al ruiseñor

III

Esfúamte lejos, disuélvete y casi olvídate
que tú entre las hojas nunca has conocido
el hastío, la fiebre, las quejas
aquí, donde los hombres se sientan y se escuchan gruñir unos a otros
donde el fervor agita a unos pocos tristes, los últimos cabellos grises,
dónde la juventud se vuelve pálida, con delgadez espectral y perece,
donde pensar es estar lleno de dolor
y los párpados de plomo desesperarse,
donde la Belleza no puede mantener sus ojos lujuriosos
o el nuevo amor mirarlos más allá del mañana....

John Keats.

1 comentario:

Sunyata dijo...

Jiddu Krishnamurti y la Poesía.

Año 1959, Kashmir.

A principios de 1959 se decidió que Krishnaji no regresara a Ojai, sino que pasara su segundo año en la India. Había estado en el país desde el otoño de 1957 y no habría de regresar a Europa hasta la primavera de 1960. Fue el período más largo que permaneció en la India desde que dejó el país siendo un muchacho.

En las oscuras noches sin luna, solíamos salir a contemplar las estrellas y las lejanas tinieblas del espacio. El acostumbraba señalar las distintas constelaciones. Hablaba del viaje por el espacio exterior; y también del peregrinaje interno como el descubrimiento de lo infinito. Pero una mente mezquina no podía embarcarse en esta peregrinación a la eternidad.

Cada atardecer era una bendición.

En la noche, después de una temprana cena bajo la luz del petromax(1), él solía recitar poesía de Keats del Tesoro Dorado. Su favorita era la “Oda al Ruiseñor”. Por las noches hacía frío y quemábamos leña y piñas secas en la chimenea abierta. Ocasionalmente, solía cantar en sánscrito. Los sonidos de su voz profunda llenaban la estancia y resonaban a través de los arrozales, llegando hasta más allá de las nieves. El escuchar y el ver florecían en su prístina presencia.

Krishnaji me contó que en uno de sus paseos se había encontrado con un grupo de monjes caminando en presencia de las cumbres coronadas de nieve. Estaban atravesando los brillantes campos de arroz, y los altísimos picos nevados ardían con el sol poniente. En la percepción de lo inmenso estaba la esencia de la divinidad. Sin embargo, los monjes caminaban con los ojos entrecerrados y fijos en el suelo delante de sus pies, totalmente ignorantes de la gloria que los rodeaba. Por silenciosas que quedaran sus mentes -dijo Krishnaji- ése sería el silencio de lo limitado, de los espacios pequeños, y dentro de esos espacios no tenía cabida el vasto universo en expansión.

(1)Petromax: antes de que se introdujera la electricidad en la India, para producir una luz brillante se utilizaban lámparas alimentadas con kerosene, que tenían unas mechas especiales y una bomba. El petromax se usa todavía en las procesiones nocturnas de los casamientos.

Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/search/label/Jiddu%20Krishnamurti%20y%20la%20Poesía.