22 junio, 2008

Problemas de soporte

Hace un tiempo que tengo el siguiente problema: en cada momento libre del día con Nati miramos el reloj, y uno de los dos dice "miramos otro capítulo de Lost?", incluso tenemos que decidir que está primero en la tabla de prioridades, ver la maldita serie o dormir. Eso no sería tan grave, el problema es que desde que pusimos el primer capítulo de la primera temporada (llegamos a la cuarta como por un tobogán) casi no leo. El día tiene las horas que tiene y a Lost hay que sumarle el trabajo, el estudio, la escritura, el blog... es imposible encontrar tiempo de lectura.

Por eso llegué a una conclusión autocomplaciente: ver Lost es como leer un libro. Incluso mejor que leer un libro, es encontrar un gran libro que te atrapa, genera nuevas lecturas sobre si mismo, se relaciona con una tradición filosófica y literaria palpable, y plantea problemas que lo hacen ser una voz narrativa contemporánea.


Igualmente nos faltan sólo 11 capítulos de la cuarta temporada, asi que pronto volveré a leer libros impresos en papel.

Lost y la diversión Daniel Link Como pocas otras producciones televisivas, Lost habla mejor que cualquier otra variedad de discurso audiovisual sobre el presente: el estado actual de la cultura y de las artes. La hipótesis de que Lost supera a la literatura es peregrina, porque la escritura siempre fue más eficaz y más perversa (lo sigue siendo) que el discurso audiovisual, pero es verdad que Lost es postcinematográfica: existe después de la desaparición del cine como arte.

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