01 julio, 2008

Octavo año

El primer ciclo (y el segundo también) del secundario fueron mis años dorados. Todo bien con la infancia, hay buenos recuerdos y todo. Pero entrar al Ciclo Básico fue un cambio de aire muy grande, en donde me encontré, por lo menos, con dos cosas muy importantes:

- La literatura para grandes.
- Y la chica con la que ahora estoy viviendo.

Esto último, sucedió justamente en octavo año. Creo que la memoria, como es selectiva para esconder recuerdos dolorosos, también lo es para los buenos. Por eso una parte de mi se quedó ahí, en el Ciclo y no se quiere ir. Debe ser por eso, (y por la crisis del 2001) que uno o dos años después de egresar del Normal empecé a preparar chicos para entra al Ciclo. Al principio me gustaba transmitirles mi experiencia, pero me fui aburriendo y este año decidí no hacerlo más.

Esta mañana, casi sin querer, me enfrenté por primera vez a un grupo de chicos de octavo año del Colegio San Cayetano. Ellos me miraban, porque yo era el profe nuevo que estaba parado al frente. Y yo los miraba a ellos, porque siento que fue ayer que estaba sentado en el banco que me había tocado en el sorteo del mes, contando los minutos para que toque el timbre.