15 febrero, 2009

Baboso

Héctor Libertella nos contó una vez que le habían encargado la tarea de hacer una antología con los cuentos fundamentales de la literatura argentina. En realidad fueron dos, una antología del canon y una de raros. Me acuerdo se jactaba de haber leído más de mil cuentos para elegir un poco más de 30. Uno de los escollos más duros de superar, nos decía, fue encontrar un cuento de Cortázar que cuajara en la antología. Pero lo encontró: Las babas del diablo, ese es el mejor cuento de Cortázar, decía mientras fumaba, Las babas del diablo, repetía.

Las efemérides no sirven para nada. Es sabido. Pero los 25 años de la muerte de Cortázar, me hicieron por fin buscar y leer Las babas del diablo. Poniéndome en los pies de quienes acusan de ingenua y naif la obra de Cortázar, encontré en este cuento una llamativa conciencia crítica de la figura del autor. Cuestionamientos de época, plasmados en la indecisión gramatical sobre el yo narrador y los entretejidos entre ficción y realidad. ¿Para qué narrar? ¿Soy yo el que cuenta? Esa fotografía colgada en la pared, ¿es realidad o ficción? ¿Salvé a ese chico de ser atrapado por las babas del diablo o lo condené a vivir eternamente en mi fotografía?



Hace poco también leí el artículo que abre el libro Ensayos Bonzai de Fabián Casas, se llama Tarde en la noche, viendo a Cortázar. La escena encuentra a Fabián arropado en la cama frente al televisor, viendo una entrevista a Cortázar, y termina así:

"Sí, sí, digo, mientras empino el quinto whisky, Cortázar tiene razón. Quiero que vuelva. Que volvamos a tener escritores como él: certeros, comprometidos, hermosos, siempre jóvenes, cultos, generosos, bocones. No esta vulgar indiferencia, esta pasión por la banalidad, esta ficcionalización con todos los tics de la peor tv de la tarde, los talk shows de Moria, y toda esa mierda. Al octavo whisky lo llamo a mi amigo Santiago y le digo, medio llorando, medio exaltado: Che, Aira nos cagó, la literatura argentina cayó en la trampa de Aira !es un agente de la Cía! Los escritores serios, los grandes gigantes, son mirados de soslayo: ¡reina el viva la pepa! Aira le hizo mucho mal a la literatura, la partió en dos, antes y después de él. De Operación Masacre a Operación Jajá."

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