La ruta que va a Tornquist es divertida. Subidas, bajadas, curvas y contracurvas. Al costado el campo verde. Las vacas pastando en la verde gramilla. La siembra verde dólar. Pero lo lindo es cuando oscurece: el momento ideal para andar en la ruta escuchando Weird fishes Arpeggi.
Como dije aquella vez: es como nadar de noche. El problema es que si estás sumergido en las guitarras de Radiohead, pasás Tornquist, pasás la entrada a Sierra de la Ventana -a donde se supone que tenías que doblar- y nada importa, porque estás respirando bajo el agua. Llegás a Saavedra.
-¿Qué raro, Sierra no está en Tornquist? -preguntás.
Bajás a la banquina, y volvés.

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