-…
- Che, vamos a entrar a algún lado…
- Yo no tengo un peso.
- Yo tampoco.
- Sigamos dando vueltas.
- Mirá esas.
- Pará, pará, boludo.
Ricardo se acercó al cordón, bajó la velocidad.
- ¿Quieren dar una vuelta?- gritó Tomás.
- No entramos, son muchos- dijo una, otra se rió y la otra los ignoraba.
- ¡Cómo que no entran! Les hacemos un lugarcito…
- Vayan para el Club, nos encontramos allá.
Atrás del 1500 se habían atascado dos autos y empezaron a tocar bocina.
- ¿Qué hacemos, vamos?- preguntó Ricardo mientras aceleraba.
- No nos van a dar bola- dijo Kevin.
- ¿Qué sabés?, la del medio estaba buena…
- Andá para el Club y vemos qué onda.
La avenida Alem empieza en el Teatro Municipal y termina en la ruta, entre esos dos puntos está la Universidad Nacional del Sur y al lado el Club Universitario.
- Cambiá la música-, dijo Ricardo.
- ¿Porqué? Dejalo que está bueno…
- Siempre escuchando al deforme ese.
- Poné los redondos-, aprovechó para pedir Tomás que odiaba la música pop.
- … sabían que Thriller es el disco más vendido de la historia de la música-, siguió Kevin.
- Y a mí qué me importa.
- La casa de Michael, Neverland, valía cono 300 millones de dólares. Tenía un zoológico, un parque de diversiones. Lo vi en el informativo.
- ¿Vieron la entrevista que pasaron cuando se murió?, aparecía un pibito que decía que durmió con él.
- Te imaginás tener toda esa guita-, dijo Enrique con una sonrisa en la boca. Sintiendo, como cada vez que lo pensaba, una plenitud que le recorría todo el cuerpo.
- No laburás más…
- Ese es mi sueño- dijo Enrique.
- Yo por más que tuviera toda la plata trabajaría igual, podría elegir lo que me gusta-, discrepó Tomás.
- ¿Para qué?, ¿Estás loco?, yo ni en pedo…
- Para qué querés toda esa plata si sos un infeliz como Michael Jackson.
- Un genio.
-Ahora que se murió es un genio...
- Se acuerdan de esa película de un chico al que le dan un cheque en blanco y cobra 1.000.000 de dólares y se lo gasta todo-, recordó Enrique, que además de sonreír entrecerraba los ojos y miraba al cielo.
- ¡Sí!, Cheque en blanco se llamaba…
- Pero si no trabajás, ¿qué hacés de productivo en la vida?-, insistió Tomás.
- Y qué tiene de productivo trabajar, si ya tenés toda la plata que querés te podés comprar lo que quieras-, le contestó Enrique.
- "El trabajo dignifica", decía Perón- siguió Tomas-, si no trabajás nunca vas a ser nadie.
- ¿Qué dignifica? ¿Romperte la cabeza en un call center? ¿Matarte laburando por dos mangos?, ahora sos un número, no existe más eso.
- Pero algo tenés que hacer de tu vida...
- Sos millonario, qué más querés.
- ¿Y qué le vas a dejar a tus hijos?
- Plata.
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