La lechuza se muda de casa
Shei salió en busca de Yoli Yang la paloma. No estaba acostumbrada al vuelo constante, el aire hacía crecer en sus ojos un poder desconocido.
Entre las altas copas de los centenarios Kápok del bosque Sor, las aves se encuentran, se detienen, giran manteniendo las distancias. La paz se debate en el cruce de miradas. La paloma Yoli Yang es una voraz luchadora, tiene los ojos chiquitos, rojos.
Cierran los ojos y comienza el combate. Shei levantó su pico en un graznido al cielo, un resplandor violeta la rodeó, ondas concéntricas se desprendieron de su cuerpo. La paloma cruzó sus alas improvisando un escudo, tenía que resistir ese ataque, la lechuza no tenía forma de defenderse ante su velocidad. El graznido se agudizó y Yoli Yang retrocedió hasta que se quebraron sus defensas.
Quedó en medio de la tormenta violeta, las alas abiertas desplumadas, el tiempo suspendido. Sabe que no va poder levantarse.
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