(Para aflojar un poco con el clima combativo de los últimos posts les dejo este texto que es parte de la nota de tapa del RADAR de este domingo)
“Sin documentos”, de Los Rodríguez
Por Andres Calamaro
La canción nace en Madrid. Tal vez la hice en una casa de la calle Martínez Campos o quizás en la sala de ensayo de la calle Tablada número 25, donde está filmada la película de Almodóvar Laberinto de pasiones. Los documentos, por ejemplo la cédula de identidad, son parte de nuestra cultura y de la idiosincrasia policial. Para los de mi edad está relacionado con la persecución y la represión, era un asunto bastante heavy con la policía, y lo sigue siendo. Además, para los extranjeros en Europa también es importante: la mitad de Los Rodríguez estábamos indocumentados. Estábamos conquistando España sin documentos, lo cual era divertido. Pero la letra es estrictamente sentimental. Es otra estúpida canción de amor, indudablemente. Es el varón frente a la amplitud del corazón latiéndole. La constante de esa letra parece ser el insomnio, el romance, una idea vacía y el paso del tiempo. Muchas veces se piensa que una canción es letra y música, pero en realidad, son muchas más cosas... Aunque la música y la letra parecen balanceadas, creo que hay otras cosas que la hacen un poco más importante, como el fervor y un buen título. “Sin documentos” tiene esa particularidad: el pueblo las pudo cantar con el brazo en alto. Otra estrategia es el intervalo, el primer acorde es un Sol Menor muy sencillo y yo empiezo a cantar en un Re, en la quinta... ¡Cómo suena esa distancia! Es lo mismo que en “Mil horas”, “Días distintos” y “Para no olvidar”. El mismo intervalo, el mismo tono. Me parece que deliberadamente estaba usando cosas de “Mil horas” diez años después, para ver si podía repetir esa sensación triunfal.
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