Los lunes son el día de la poesía, este lo inauguramos con Karl Kraus
Hablar de la figura de Karl Kraus, es meternos en un lugar acaso extraño o al menos, desconocido. Sabemos que habitó en la controversial Viena del 900, lugar desde el que trabo su lucha implacable contra las barbaridades de una sociedad que en la cumbre de las aspiraciones modernas, se embarcaba hacia los demonios más espantosos representados en lo que finalmente sería la primera guerra mundial. Su preocupación principal fue mantener el rigor ético respecto al lenguaje y su relación con el referente que se corrompía en el palabrerío de una prensa que veía con ojos favorables e insidiosos la guerra, inventando hechos, fabricando favorables propagandas, todo en vistas de aumentar ganancias en desmedro de un verdad cada vez más distante. Es significativo decir que en medio de la tragedia su gesto más expresivo de resistencia fue callarse: el silencio cuando las palabras no podían ya dar cuenta de un mundo que se derrumbaba. Más tarde volvería a hablar, hasta su muerte en 1937.
Su voz se alzó en el anti – periódico “La Antorcha”, un librito rojo que escribía el solo, que podía salir en cualquier momento, que no tenía espacio para publicidades y que podía cubrir de unas pocas páginas a cientos.
Karl Kraus además de realizar esta tarea anti – periodistas, fue poeta, dramaturgo. Un polemista férreo reconocido por otros intelectuales de su época como W. Benjamin o B. Brecht.
La vigencia de su pensamiento se evidencia en el descompromiso de los periodistas actuales, comprometidos solo en la desinformación y las ventas en tiempos de fundamentalismo de mercado.
Su voz se alzó en el anti – periódico “La Antorcha”, un librito rojo que escribía el solo, que podía salir en cualquier momento, que no tenía espacio para publicidades y que podía cubrir de unas pocas páginas a cientos.
Karl Kraus además de realizar esta tarea anti – periodistas, fue poeta, dramaturgo. Un polemista férreo reconocido por otros intelectuales de su época como W. Benjamin o B. Brecht.
La vigencia de su pensamiento se evidencia en el descompromiso de los periodistas actuales, comprometidos solo en la desinformación y las ventas en tiempos de fundamentalismo de mercado.
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