Como el salmón que nada contra la corriente, quiero hablar de los últimos discos de Andrés Calamaro y Fito Paez. No es muy difícil darse cuenta que las críticas de los periodistas especializados y los ánimos del público sufren modas; por ejemplo, hace unos años, Calamaro era una lágrima y Fito estaba en la cresta de la ola, y ahora se da a la inversa, todo lo que hace Calamaro está bien y todo lo que hace Paez es fruto de su decadenecia.
Para aclarar las aguas hay que decir que el último disco de Calamaro, El Palacio de las Flores (producido por Llito Nebbia) es muy aburrido, la música es tan prolija y armónica que no parece Calmaro. No hay canciones chatarra, todo está puesto en un tono demasiado “feliz”. Y las letras, salvo dos o tres, la gran mayoria son muy Litto Nebbia, esas ganas de vivir, esa fiesta de la música, el cantor es un semidios, el tilín del corazón que suena por todos lados, Puaj.
Y en cambio Fito, que venía de sacar un muy buen disco de covers (Moda y Pueblo), publica su nuevo trabajo de estudio “El mundo cabe en una canción” que no es tan malo como todos se apuran a calificarlo, incluso antes de escucharlo por segunda vez. No digo que sea genial y vaya a quedar en la historia, pero tiene algunos temas, algunas melodias, el concepto general del disco, un poco más de trabajo con la voz, que lo hacen interesante y escuchable.
Para terminar con esta reflexión, no hay que ser ingenuos. Estas modas que van y vienen no son inocentes y están relacionadas con el mayor o menor apoyo que los artistas tengan de las multinacionales. Calamaro después de su disco quíntuple “El Salmón” fue abandonado por las grandes disqueras, igual que Fito cuando bajó un poco las ventas (a pesar de tener el cd más vendido de la historia del rock nacional). Hace un par de años Calamaro volvió con todo y ahora Fito, después de mucho tiempo, vuelve a firmar con una multinacional y en un futuro cercano será festejado, alavado y homenajeado.
Por eso, poder ver el mundo como lo hace el salmón, a veces, resulta interesante.
Para aclarar las aguas hay que decir que el último disco de Calamaro, El Palacio de las Flores (producido por Llito Nebbia) es muy aburrido, la música es tan prolija y armónica que no parece Calmaro. No hay canciones chatarra, todo está puesto en un tono demasiado “feliz”. Y las letras, salvo dos o tres, la gran mayoria son muy Litto Nebbia, esas ganas de vivir, esa fiesta de la música, el cantor es un semidios, el tilín del corazón que suena por todos lados, Puaj.
Y en cambio Fito, que venía de sacar un muy buen disco de covers (Moda y Pueblo), publica su nuevo trabajo de estudio “El mundo cabe en una canción” que no es tan malo como todos se apuran a calificarlo, incluso antes de escucharlo por segunda vez. No digo que sea genial y vaya a quedar en la historia, pero tiene algunos temas, algunas melodias, el concepto general del disco, un poco más de trabajo con la voz, que lo hacen interesante y escuchable.
Para terminar con esta reflexión, no hay que ser ingenuos. Estas modas que van y vienen no son inocentes y están relacionadas con el mayor o menor apoyo que los artistas tengan de las multinacionales. Calamaro después de su disco quíntuple “El Salmón” fue abandonado por las grandes disqueras, igual que Fito cuando bajó un poco las ventas (a pesar de tener el cd más vendido de la historia del rock nacional). Hace un par de años Calamaro volvió con todo y ahora Fito, después de mucho tiempo, vuelve a firmar con una multinacional y en un futuro cercano será festejado, alavado y homenajeado.
Por eso, poder ver el mundo como lo hace el salmón, a veces, resulta interesante.
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